Con la que nos está cayendo y
con el carácter que tenemos los españoles, todavía no alcanzo a comprender,
porque la gente está tan tranquila y no sale masivamente a la calle para
mostrar su cabreo y su desencanto con esta situación; porque con seis millones
de parados, es incomprensible que no se haya producido ningún pronunciamiento
masivo de indisciplina, salvo cuatro
algaradas como el 15-M, los incidentes del Campamento Dignidad de Mérida ó la
Avda. Gamonal de Burgos, etc.,
etc.
Y es que, el
gobierno que no es tonto, actúa como en el caso de la “rana cocida” y Uds. se preguntarán que significa eso de
la rana cocida; pues el caso es muy sencillo: Sí ponemos una rana viva
dentro de una olla con agua fría en la cocina, observaremos que la rana se
encuentra tan a gusto como un pez en el agua, a sus anchas y nadando
tranquilamente, cuando la temperatura sube hasta los 25 ó 30ºC., la rana continúa jugueteando en el
agua muy a gusto, a placer, con la temperatura a 40 ó 50ºC., ya la rana empieza a mosquearse, aunque todavía lo soporta
medianamente bien y naturalmente cuando el agua está hirviendo a 100 ó 120ºC.,
ya no es lo mismo y naturalmente cuando el agua está en proceso de ebullición,
la rana muere irremediablemente; pues
justo eso es lo que nos está pasando a los españoles con el sistema que está
utilizando el Gobierno, para realizar su política de ajustes.
Y existen
multitud de estrategias
por parte del Gobierno, para
tergiversar y adulterar aparentando que las cosas se están haciendo bien
o muy bien, porque las circunstancias externas lo exigen, cuando en realidad lo
que se está buscando, es conseguir los objetivos que se pretenden, al precio
que sea y para ello suele utilizarse la “GRADUALIDAD” como estrategia para que se acepten de buen grado medidas inaceptables de todo punto.
Para
conseguirlo y como su propio nombre indica, basta con aplicar las normas
gradualmente…, poco a poco, día a día, semana a semana, mes
a mes, trimestre a trimestre, semestre a semestre, año tras año…, a cuentagotas. El neoliberalismo fue impuesto de esta manera y
en España tenemos recuerdos escabrosos en las primeras décadas de nuestra
transición.
¿Y
cómo se consiguen los resultados que pretende el Gobierno?: Pues privatizando poco a
poco todo lo que esté en sus manos, flexibilizando las actuaciones, utilizando
la precariedad sutilmente, echando
gentes a la calle de sus empleos de forma encubierta mediante los ERE de forma descarada y ahora
con la Reforma Laboral mucho más…;
bajando los salarios de miseria hasta sus últimas consecuencias; es decir,
realizando todos estos cambios con mucha
suavidad, con mucha
vaselina, para no provocar ninguna
sublevación, porque haciéndolo todo
al mismo tiempo, eso no lo
aguanta ningún pueblo por
torpe y humilde
que sea.
¿Y
por qué soportamos estoicamente al Gobierno esta manera de gobernar, cuando
además se producen centenares de manifestaciones todos los días en nuestro país?.
Pues porque es mucho más fácil aceptar un sacrificio
futuro, a largo plazo, que un sacrificio inmediato y más que nada porque el
esfuerzo no va a ser ejecutado inmediatamente, y después porque el pueblo en
general y siempre lo hemos dicho ingenuamente “tranquilos, porque mañana todo
irá mejor…” y podremos
sobrellevarlo con menor esfuerzo;
ó ¿no será que todavía quedan muchos recuerdos insufribles de la Guerra
Civil del 36, aunque hayan pasado casi 75 años?.
También
es verdad que el pueblo sencillo y llano termina por acostumbrarse a la
idea del cambio -aunque no coma-, y
acepta con bastante más resignación todo cuanto llegue después; de ahí que nuestros ministrables
pretendan reforzar la “auto
culpabilidad” de los españoles, haciéndonos
creer que somos los culpables de nuestra propia desgracia, porque “hemos
vivido por encima de nuestras posibilidades”; o por la herencia
recibida…, o por insuficiencia de
nuestra inteligencia, de nuestras capacidades, o de nuestros esfuerzos.
Así,
en lugar de rebelarse contra el sistema económico (que es el verdadero
culpable), el individuo
se auto desvalida y se culpa a sí mismo, lo que genera un estado
depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y sin acción, no hay revolución, que
es realmente lo que se pretende. ¡Que
no haya revolución!.
Pero que no se le olvide al Sr. RAJOY, que con esta situación solo pueden sobrevenir males
mayores, pues la gente está
ya muy cansada de ver tanto caso
de corrupción sin castigo aparente,
cuando su situación personal se degrada día a día, hora
a hora, minuto a minuto; porque lo que
realmente paraliza, no es que nos digan cómo
está España con referencia a Europa…,
eso ya lo sabíamos; lo que paraliza realmente a los españoles es “no
tener trabajo ni sueldo”. Eso es
lo que paraliza desgraciadamente, no lo olvide.