Ayer estuve en algunos pueblos de Extremadura. De Los Ibores-Villuercas. Castañar de Ibor, Guadalupe, Alía y Cañamero. En un día completo te da para sacar muchas conclusiones. Tuve muchos actos pero en concreto tres encuentros directos con grupos de personas en lo que me gusta denominar “asambleas ciudadanas”. ¡Cómo están cambiando para bien ! En las tres me interrumpieron mientras hablaba. No para aplaudir sino para opinar. En las tres eran mujeres las que lo hicieron. Y en las tres era para mostrar su indignación con los políticos. ¡Qué lejos quedan aquellos tiempos en los que la gente iba solamente a escuchar! Fueron duras en sus valoraciones, pero yo tenía la sensación de ser un privilegiado al poder estar viviendo el cambio de la sociedad en directo. Siento una profunda satisfacción porque soy de los que creo que la vieja política murió. Que ayer me pudieran decir sin complejos y cara a cara lo que de verdad piensan, me llena de esperanzas en el futuro de esta tierra. Siento que los ciudadanos y ciudadanas se alegran, a pesar de las dificultades que estamos viviendo, de este tiempo nuevo. Una mujer de mediana edad, al terminar el acto en Cañamero, se me acercó y me dijo. “Vara, gracias por contestarme”. “Gracias a ti por preguntarme y por venir”. Tiempo nuevo y mejor, en el que la ciudadanía ha decidido recoger parte de su soberanía, que en tiempos cedió a sus representantes y ahora recupera. La palabra. Las propuestas. La crítica. Me tocó vivir lo de antes y estoy viviendo lo de hoy. Me gusta el cambio. En Guadalupe fuimos a casa de un viejo militante socialista. Estaba sentado en el quicio de la puerta…Me dio un consejo y yo a el otro. Sus ojos me transmitieron miles de sensaciones.
Las mujeres van a cambiar la política porque la que hay no ha resuelto la desigualdad de salarios a igual trabajo, la desigualdad de puestos a igual mérito y la desigualdad en el derecho a seguir viviendo sin que un machista educado por machistas decida un día que tu vida ya duró bastante.