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ALQUERQUES PÈTREOS

OPINIÓN
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En varios lugares de Trujillo, así como en la
Villeta de Azuquén, a 17 kms. de Trujillo, próximo al río Tozo, hemos
descubierto varios tableros
sobre piedra del juego denominado «Alquerque de
Nueve», también llamado «Triple Recinto».

 

En la Villeta, concretamente, es donde más
testimonios se conservan de este grabado en piedra. La Villeta fue una
importante fortificación musulmana, conquistada por las tropas de Alfonso VIII,
siendo donada esta villa el 6 de marzo de 1195 a la Orden de San Julián del
Pereiro
(posteriormente Alcántara) por los servicios que su
maestre, D. Gómez Fernández, había prestado al rey en la memorable batalla de
Alarcos,1195.

 

 El juego «Alquerque de Nueve» fue
practicado durante varios milenios en el Norte de Africa y Oriente Medio, e
incluso es probable que uno de los juegos practicados por el hombre del
Neolítico, en petroglifos encontrados en los Alpes y en Galicia, fuese el
Alquerque.

Durante la Edad Media fueron los árabes los que
difundieron este juego por la Península Ibérica. No en vano, el nombre del
juego proviene
del árabe al-qariq (sitio plano), siendo mencionado
en el libro Kitab-al-Aghani y, después, en el Libro de los Juegos de Alfonso X.
En este libro el Alquerque es comparado al Ajedrez en cuanto a la
técnica a utilizar, pero el juego es similar al nuestro de Damas, teniendo cada
jugador
doce o nueve fichas –según sea el tablero- e incluso
tres en la forma más simple, mediante las que se tratará de saltar sobre su
contrario, para irle capturando las suyas.

 

 Son varios los significados que podemos extraer de
los tableros de juego. Una primera interpretación nos llevaría a considerarlos
como símbolos gremiales de los  constructores medievales, como si se tratara
de una marca de cantero, estando relacionados con el complejo
simbolismo de los gremios.

 

 Los griegos pasan por ser los míticos inventores del
Alquerque, considerando que lo crearon para matar el aburrimiento durante el
asedio a la ciudad de Troya- Este juego era designado
«Las Mérelles», que, traducido, significa «madre de la
luz», designa también la concha de
Compostela, el emblema de los peregrinos que se
dirigen a Santiago, y también es el símbolo esquemático de aquella pata de oca
adoptada por los constructores medievales que recorrían el Camino de Santiago,
el símbolo de la pata se sincretizó en la vieira.

 

 Otra interpretación nos orienta hacia un sentido
mágico. Los tableros de juego pudieran ser talismanes mágicos que protegerían
contra las influencias maléficas defendiendo los edificios,
tal y como utilizaban los asirios los triples recintos grabados sobre tablas.
Pero ni las
consideraciones de orden histórico, ni el posible
papel de marcas de constructores, o la faceta mágico-supersticiosa, deben
hacernos perder de vista una explicación ligada a la naturaleza
misma del objeto: los tableros de juego pueden ser considerados como símbolos
cósmicos,
instrumentos de meditación. Este aspecto de
interacción parece ser el que rige una variante del juego, denominada en
Francia «mérelle»-derivado del nombre griego del Alquerque-,
realizado sobre un tablero de Alquerque de Nueve. Se juega con un peón por
personas y los dados, el juego consiste en que, partiendo del punto central y
realizando un recorrido espiral, el jugador debe llegar el primero al punto
final del
recinto más exterior. Cada punto del tablero ostenta
una denominación astronómica, empezando por el central, que corresponde al Sol
y continuando hacia el exterior por los recintos
sucesivos: Venus, Neptuno, Mercurio, Urano, Saturno, Júpiter, Marte, Tierra,
Libra, Virgo, Leo, Piscis, Acuario, Capricornio, Sagitario, Escorpio, Pegaso,
Orión, Hércules, Cáncer, Géminis, Tauro, Aries y Aguila. Se trata de llegar a
dominar
los mundos astronómico o astral y terrestre,
partiendo llegar a dominar los mundos astronómico o astral y terrestre,
partiendo del mundo celeste (sol).

 

 No olvidemos que el Medievo se sustenta en el
principio constante del símbolo que une al objeto con el significado espiritual
que está en el fondo de la materia, siendo el medio para
pasar de un plano a otro. El «Alquerque de Nueve», por tanto, es algo
más que un juego.

Grabados con esta representación, además de la
Villeta de Azuquén, los hemos localizado en el Ayuntamiento Viejo o Casas
Consistoriales,
una de las piedras que se encuentran
«recogidas» en el Patio del citado edificio. Además, existe otro
grabado en una de las escalinatas próximas a la puerta de las Palomitas, como
piedra de acarreo. Existe otra en la sala de recepción del Hotel “Dos Orillas”
y en la muralla del Espolón.

 

 

Hay otro Alquerque en la fachada de Santa Eulalia en
Mérida, y en Garganta la Olla en la escalera de la entrada norte a la iglesia y
en una casa particular, en la calle Huertas, numero 7.

 


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