LOS NUEVOS ROBINSONES

Leí recientemente, 
que  en España hay todavía 11
millones de personas que nunca  han
utilizado Internet.  La cifra me pareció
una exageración, hasta que he tenido que pasar unos días en uno de esos
pueblos  preciosos,  cercano a la Ciudad  Encantada de Cuenca y al famoso manantial del
Solán de Cabras, en el que sólo hay Wifi en verano y en el que los móviles sólo
tienen cobertura en una zona determinada. Las compañías, de agua, luz, bancos,
aseguradoras etc.  y  la Administración, se quitan el  tremendo trabajo del envío de cartas,
comunicando a todo el mundo, que  si se
quieren enterar de sus facturas,  que se
den de alta en el Adsl y que se compren un ordenador.  Recuerdo cuando era pequeño, y hasta ya
joven, de la existencia de “escribidores” 
de cartas, en algunas ciudades, porque parte de la población era
analfabeta ,  y a través de él, le
escribían a sus hijos,  que estaban en
el  servicio militar,  a sus maridos en la emigración e incluso a
sus novias y novios.  Colocado en una
silla con una pequeña mesa, en la acera, cargado de folios, sobres, y sellos,
que incluía en pago de una módica cantidad de dinero por carta, les escribía
las cartas. Ahora, hay también mucho analfabeto,  que no tiene 
Wassap, que no sabe manejar un ordenador, que no tiene correo
electrónico, y que se encuentra, como Robinson Crusoe, inmerso en la jungla de
los twitter y los facebook, sobreviviendo, 
aislado,  en un mundo globalizado,
donde se producen más noticias en un solo día, que posiblemente durante los mil
años anteriores a la aparición de los ordenadores.

 

Difícil mundo, en el que la gente habla por teléfono
más que nunca lo había hecho, pero que cuando están juntos, no saben qué
decirse, mundo lleno de amigos en las redes sociales, pero que si te vieran
caído en una acera, no se acercarían a recogerte, no fuera que la sangre les
manchara los pantalones o la falda, y eso, 
no se lo paga nadie, extraño mundo en el que mientras  hacen cola delante de la casa Parroquial para
recibir las bolsas de comida que reparte Cáritas, la mayoría entretiene la
espera con el móvil o jugando al crush, sin hablar con el que tiene delante o
detrás.

 

Mundo surrealista, en el que estamos más comunicados
que nunca, pero en realidad, somos unos solitarios Robinsones entre multitudes,
mundo en el que estamos llenos de silencios interiores, en un panorama
ruidoso,  lleno de conversaciones.