Llegada la primavera empiezan a apetecer los platos fríos: Cremas frías, gazpachos, ensaladas.
Estamos acostumbrados a
considerar como ensaladas solamente aquellas que llevan hortalizas o verduras
crudas. Por eso cuando la ensalada que se propone es de legumbres provoca
ciertos recelos, no sé si por el guiso en frío o porque las legumbres las
concebimos como platos calientes y consistentes.
Esta ensalada la evoco
como un recuerdo de mi niñez, cuando mi madre la preparaba para darnos un plato
completo y refrescante.
Y es bien simple:
Un tarro de judías cocidas.
Un trozo de pimiento verde.
Un trozo de cebolla o cebolleta fresca.
Una cucharada de mostaza.
Una cucharada de vinagre.
Cuatro cucharadas de aceite de oliva.
La judías se lavan y se dejan escurrir en un colador.
Se cortan las verduras en una brunoise finita.
Con el aceite, el vinagre y la mostaza se hace la vinagreta a la que se añaden
las verduritas, se mezclan, a continuación, con las judías y ya está listo el
plato.
A mí me funciona perfectamente como un plato de recurso ya que se prepara
en cinco minutos.