Se representó en el Gran Teatro con un aforo bastante completo el patio de butacas, al ser el autor y director de la obra persona muy conocida en los ámbitos teatrales cacereños y al tocar un tema de cierta actualidad, como es el de los okupas y máxime si usan la conocida técnica del teatro dentro del teatro.
La idea de la obra es original y creativa. Viene a ser una escuela de teatro, válida para todos los aprendices de teatro. Y quienes mejor y con mayores deseos que unos ocupas de un teatro abandonado pueden disfrutar de la escenificación de unos clásicos, aunque sea a modo de ensayo y prácticamente sin público.
El público se entretuvo y lo pasó muy bien escuchando fragmentos de obras de teatro de autores clásicos; de ahí el título. Creo que han disfrutado más de la obra aquellos espectadores que son amantes del teatro y del buen teatro clásico; los recuerdos les permitían reencontrarse con los clásicos.
La interpretación de Juan Carlos Tirado, que fue director del grupo TAPTC Teatro?,ha sido superior, su sensibilidad y su voz suave llenaban la escena. Javier Uriarte como director y como actor, sobresaliente. Y la mímica de Raquel se asemejaba a una danza. Por tanto una muy buena interpretación acorde con la calidad dramtúrgica.
Muy bien los cambios de personajes con mínimos aderezos y muy poco atrezzo. También el reducido decorado muy acertado para las necesidades de la obra.
Creo que son justas y merecidas nuestras felicitaciones para Isidro Timón por esta genialidad, y agradecimiento por llevarnos al teatro. Y así lo testimonió el nutrido público con sonoros ¡bravos!