Digital Extremadura
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  Que algo iba mal y necesitaba un revulsivo drástico quedó líricamente expuesto en la tragicomedia de cada uno en nuestros actuales momentos. A esta onda orfebre del desatino clamaron voces pidiendo un aquel o un destello de alevosa reedición de lo humanamente correcto y a tal grito se unieron los sordos, las casadas, los emigrantes, las teorías, los vehículos, las estrategias, el postín, los políticos enhiestos, los entrepaños, las escaleras de color y los socavones; todos los círculos del medio sensato solicitaban el remedio a tanta insuficiencia de dones.

 

         Al cabo de la calle, sin bambalinas ni atrios, sin remilgos ni trajes, se presentaron unos cuantos con un hatillo de locura que decidieron ponerle una salsa distinta a este manjar de vivir. Nadie hizo caso de la música que pusieron a sus palabras, solo que llegó desde una posición firme y sencilla hasta lo más recóndito de los lares de esta piel nuestra y que engendró no pocos adictos, aunque quizá menos de todos aquellos que deseaban ese hipotético levantamiento de masas para la mejora. Mientras unos estaban enchufados a ejercer el poder con animadversión y otros se desgañitaban en la protesta, estos rebeldes con mensajes de nueva dignidad irrumpieron con las de la ley en el parlamento europeo y dejaron oír su palabra y fue cuando surgió el pánico. Los otros, amedrentados, sacudieron por todos los laterales y hasta montaron homilías en misas de guardar conminando a su destrucción. Ejercieron la soba dialéctica, encarcelaron e incluso maltrataron.

 

         Sorprendió que llegara a los peticionarios del revulsivo y creyeran a los mercachifles que les descalificaron y sorprendió que gente de la misma o parecida cuerda también se enredaran en un inocuo acoso y derribo con falsas estrategias, solo porque a alguien se le ocurría algo nuevo que debió diseñarse desde los pensadores de la patria y nunca desde los cultos revolucionarios de la calle. Y ahora les duele a todos la cabeza con ciertas reservas, porque desconocen la fuerza de sus capacidad económica pero advierten de la capacidad y de la fuerza de sus ideas.


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