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 Una noche cualquiera de este agosto que ha sido fiel al refrán y, ciertamente, nos ha enfriado el rostro. Sentados a puerta de mi casa, tomando el fresco y dejando que el “resenciu” (brisa  nocturna) nos acaricie el epitelio, hay una buena gavilla: Julia Caletrío García, emparentada con las ramas familiares de “Los Pájaros” y “Los Chirigutas”; Angelita Montero Barroso, a la que le toca parte de “Los Azucenas” y “Los Sangüengos”; Maricarmen Azabal Iglesias, de “Los Toribios” y “Los Cachorrillas”; Cirilo Jiménez Martín, que entra en la danza de “Los Cucos” y “Los Pollos”, y Ramón Díaz Santos, ligado a “Los Jacas” y a “Las Pillas”.   Este humilde servidor, que está de oyente y que viene de “Los Azucenas” y “Los Frontinos”, escucha con devoción a Ramón Díaz.  Casi toda su vida pastor, con setenta bien arriba y bien llevados y, aparte de un refinado artesano (algo le enseñó su padre, Ti Simòn Díaz Hernández), es un baúl sin fondo en todo lo referente a la cultura de tradición oral.  Sabe romances y pliegos de cordel, infinidad de cuentos y chascarrillos, innumerables dichos, refranes, “acertajónih” y otros largos requilorios que se van perdiendo a marchas forzadas.  De su madre, Tecla Santos García, atesoró tan preciado bagaje.  Su memoria es prodigiosa.

 

     -“Poh Ti Júhtu “Menicherri” -relata Ramón- era recoveru y, con un burritu y únah aguaérah, llevaba loh güévuh a vendel a Plasencia.  A la vuelta, al llegal a la altura de “Loh Cuatru Bóluh”, el burru, que ya barruntaba el piensu, roznaba con una juerza que se oía pol tó el pueblu y aligeraba el pasu.  Ti Ana “La Culona”, qu,era la mujel de Ti Júhtu, lo oyía y ya sabía qu,era la hora de ponelsi a calal la sopa con el caldu del pucheru”.  Justo Jiménez Gutiérrez había nacido el mismo día que el revolucionario mexicano Pancho Villa y era hijo de Ti Vicente y Ti Fidela.  Se casó con Ana Montero Cabezalí y tuvieron cinco hijas: Anastasia, María, Josefa, Tomasa y Alejandra.

 

     Tal que el burro barruntaba el pienso y a su dueño se le hacía la boca agua pensando en la buena olla que se iba a meter entre pecho y espaldas, así esa tropa del PP que se está dando unas enormes prisas por asegurar ese otro pienso y esa otra olla que se están manducando en sus poltronas municipales y autonómicas. La Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que preside aquel que formara parte del “Trío de las Azores”, ya han olido en sus cocinas que el cocido no alcanza su punto y que es muy previsible que, en la próxima primavera, esté completamente insípido o, tal vez, revenido.

 

   Tal que de aquellos barros de la invasión de Irak en 2003 vienen los actuales lodos donde se enfangan muchas botas, igual ocurre con los vientos sembrados por el PP en esta legislatura, que ha generado todo una convulsiva tempestad.  Sobre la derecha se cierne el cataclismo y las FAES ya han dado la voz de alarma que se corre el riesgo de perder las alcaldías en 40 capitales de provincia.  De aquí que, en cuanto terminen estas vacaciones estivales, el Gobierno del PP se apreste a dar todo un pucherazo reformando, haya consenso o no, la Ley Orgánica de Régimen Electoral.  Voces neoliberales y neoconservadoras han salido ya al escenario para vender este golpe encubierto contra los engranajes democráticos.  He ahí al senador y alcalde de Almería Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, que lleva 23 años apoltronado en el coche oficial (amén de otras legislaturas como presidente de la Diputación de tal ciudad o como diputado autonómico), perorando con grandilocuencia sobre la “dictadura de las minorías y su perversión democrática”.  También ha enseñado los dientes doña Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, grande de España, con 31 años en su haber comiendo de la política y que parece querer emular a su abuelo paterno, José Luis Aguirre Martos, que fue procurador en las Cortes de Franco durante siete legislaturas. Doña Esperanza ha dicho muy alto que “gobierne la lista más votada, para poner fin a las condiciones de los perdedores”.  Incluso nuestro Fernando Pizarro, alcalde de Plasencia, siguiendo la voz de sus amos, ha comentado que “la Reforma es saludable para la democracia”.  Justamente ahora, cuando el PNV va a llevar la mentada norma ante el Parlamento Europeo, para denunciar su carácter antidemocrático.

 

     No es solo que esté acojonado el PP por la que se le viene encima, sino que es sabido que se le han echado sobre sus espaldas las élites empresariales y financieras, que pretenden tener a buen recaudo a gobiernos municipales de su cuerda.  Esta oligarquía quiere formar férrea tenaza con la casta política neoliberal y neoconservadora para contar con alcaldes que continúen con el saqueo de lo público, privatizando suelos y propiedades municipales, sus servicios sociales y sus transportes, sus abastecimientos de aguas y otro sinfín de empresas de titularidad municipal.  Doña María Dolores de Cospedal, la de la peineta, ya intentó, no hace mucho, desafectar tres grandes fincas de dominio público en Castilla-La Mancha para entregárselas a sociedades privadas de cazadores.  Gracias a los dioses, la Justicia le ha parado los pies.  Pero la derecha no ceja.  Parece ser algo genético y, sobre todo, como ha ocurrido a lo largo de la historia, sumamente interesado.  Y como loca anda buscando subterfugios legales para modificar textos de las leyes electorales que les permitan seguir al frente de ayuntamientos y autonomías, aunque solo les vote el 10 ó el 15% de la ciudadanía.

 

     Ramón Díaz me contaba la noche de marras que los muchachos del pueblo solían darle la lata a Ti Ana “La Culona”, que tenía un enorme y bien amueblado trasero. Por la noche, llamaban a su puerta y decían a grandes voces: “¿Ti Ana Mangana?”  Y cuando ésta respondía “¿Quién?”, ellos, a coro, entonaban la siguiente letanía: “Ti Ana  Mangana/se cayó de la cama,/con cincu ratónih/¡y tóduh culónih,/y tóduh culónih,/ y tóduh culónih…!”  Y salían a “chapéhcu”. Ti Ana tenía unas bien plantadas posaderas no por estar todo el día apoltronada, que bien sabían los vecinos que ella no tenía tiempo para andar “aparramplá”, “repanchingá” y “arrellaná”, máxime cuando había que bregar para dar de comer a cinco hijas.  Pero muchos de nuestros políticos bipartidistas (no hay que olvidar que el PSOE llevó tal propuesta en su programa electoral de 2004, cuando tenía más votos y quería proteger a los suyos) le tienen más miedo que a un dolor el perder las poltronas donde llevan tantas lunas calentando sus carnosos glúteos y que tantas prebendas les proporcionan.  Han sacado a orearse sus lenguas algunos socialistas y, como arrepentidos los quiere Dios, dicen por boca de la que fuera su portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez, en lo tocante a la R         eforma, que “eso no es regeneración; es miedo a perder el sillón”.

 

     El poeta, historiador y político abolicionista británico Thomas Macaulay consideraba que “los políticos tímidos e interesados se preocupan mucho más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad y bienestar de su país”.  ¡Aviso a los navegantes!  El que tenga oídos para oír, que oiga.  También Napoleón Bonaparte afirmaba que “solo hay dos palancas que mueven a los hombres: el miedo y el interés”.  Posiblemente, en esa Reforma que quiere acometer el PP confluyan ambas cosas.  El PSOE quiere crear a toda prisa un frente amplio del espectro político para parar en seco el pucherazo.  ¿Pero por qué no crea, también, otro frente para que el artículo 135 de la Constitución, que ellos, junto con el PP, modificaron para echarnos en manos de los mercados y de  la oligarquía capitalista, pueda volver a su estado original?  ¿U otro frente para que el pueblo español pueda conocer los entresijos de la Casa Real y decidir entre Monarquía y República?  Y puesto que se está creando un vasto frente de izquierdas para parar a los que tantos vientos sembraron, ¿por qué le hacen ascos y no se unen a él? Nunca tuvieron buena prensa las dos varas de medir.

 

     Ti Justo “Menicherri”, que abandonó este valle de lágrimas (no tanto, pero sí algo) debido a un proceso de diarreas coleriformes en la efemérides de San Asclepiodoro, en 1953, era un hombre de “güevos” y, con su venta a las familias adineradas de Plasencia, se ganaba la vida.  Otros muchos no pueden decir lo mismo, ya que a ellos les cae la sopa boba aposentando cómodamente sus cachas en mullidas poltronas.  Pero ya presentimos que viene el Tío Paco con  la rebaja, que hasta círculos se andan creando en el seno de las Fuerzas Armadas, cuyos integrantes quieren revertir el patrioterismo de la derecha en auténtico patriotismo, el que siempre estuvo al lado del pueblo-Sancho, del pueblo-arcilla, del pueblo-pueblo.  Jamás al lado de los falsos castos de la que nunca fue castiza casta.

    

 

 

 


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