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MODIANO «EL PRIMER NOBEL MODERNO»

OPINIÓN
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Los que descubrimos a Modiano en el albor de los bulliciosos ochenta como un secreto silencioso y reposado, tan sólo al alcance de unos pocos iniciados (afrancesados podría decir alguno faltando casi del todo a la verdad), fascinados por el entonces flamante premio Goncourt, no podíamos imaginar que casi cuarenta años después fuera a recibir el máximo galardón de las letras por una obra que aparenta ser siempre la misma y que, paradójicamente, aún permanece inacabada.

 

Es su endogámico periplo hay una recurrente presencia de ausencias, los actores cuando no están se les supone haciendo de las suyas, pero nada más lejos de la acción cinematográficamente entendida, leer a Modiano es, las más de las veces, como observar un álbum de fotos antiguas, en sus tonos sepias hay toda una gama inapreciable de colores para retinas tresdé, no se ve lo que no se intuye o deduce de lo aparentemente intrascendental y esa especie de regreso al pasado sin futuro, callejeando incesantemente la ciudad de la luz, nos lleva a descubrir una verdad que al parecer mentira nunca se sabe.

 

La villa etérea, tan detalladamente cartografiada en sus escritos que uno podría presumir de conocerla bien después de haber leído cualquiera de ellos, es un escenario moderno con sempiternos ambages y sus actores seres desarraigados a los que alguien parece haberles impuesto la ingrata tarea de encontrarse a sí mismos. 

 

¿Debemos tal vez congratularnos de que la singular academia haya ungido con su magnánimo reconocimiento el pedigrí de alguien a quien le cuesta tanto reconocerse?

 

Tiempo al tiempo, nos vemos en el café de la juventud perdida.


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