CARTA ABIERTA AL ARZOBISPO DE MÉRIDA-BADAJOZ

Mi queridísimo Arzobispo de Mérida-Badajoz, Monseñor Santiago García Aracil, paz y bien.

 

Como Vuestra Excelencia conoce perfectamente, la Iglesia está inmersa en un proceso de cambios promovidos por Su Santidad, que están siendo muy criticados desde un sector del Clero, el más conservador, que acusa a Francisco de demasiado progresista. En mi opinión, al Papa no se le puede acusar de progre sino de reformista, sobre todo después del Sínodo Extraordinario de la Familia, donde se han sentado las pautas para, al igual que sucediera con Nuestro Señor Jesucristo hace 2.014 años, la Iglesia se adapte a los tiempos en que vivimos y no al contrario. Es desolador ver cómo los templos no se llenan por falta de fieles y por desconocimiento de este proceso tan maravilloso que hace que los laicos participemos en plena comunión con nuestros pastores del Evangelio.

 

El sacerdote del Opus Dei Federico Suárez escribía a finales de los años 50 del pasado siglo un libro El sacerdote y su ministerio que es una joya en cualquier biblioteca católica que se precie. Don Federico viene a decir lo mismo que ya le he leído al nuevo Arzobispo Coadjutor de Mérida-Badajoz, Monseñor Celso Morga, también del Opus Dei: que el presbítero tiene que ser cercano al pueblo pero sin mezclarse al cien por cien con él pues terminaría por confundirse el papel del pastor con el del rebaño. El Papa Francisco es de una opinión matizable: quiere unos laicos activos, que salgan a la calle, que prediquen la Palabra, que le hagan saber a sus vecinos que Dios está ahí y que Jesucristo murió y resucitó para el perdón de nuestros pecados.

 

Entre una cosa y otra hay un término medio, lógicamente. Usted, querido don Santiago, se ha visto envuelto en una polémica que nadie deseaba, pero que los que se aprovechan de las buenas intenciones de la Iglesia en Extremadura han sabido sacarle partido, acusándole de gastar dinero sin ton ni son en cuestiones de lujo o de haber conminado a los obispos extremeños de guardar silencio en temas de corrupción.

 

Y llegados al punto de dinero tengo que pedirle perdón. Perdón porque DEx publicaba por mi mediación que usted estaba derrochando el dinero en la tercera planta del Palacio Episcopal y en el Seminario Diocesano cuando la realidad es bien distinta. Llego a esta conclusión después de asistir a Misa y pagar 50 céntimos por Iglesia en Camino. En la página 3 explica usted muy bien qué se está haciendo y dónde va a parar el dinero de la Diócesis.

 

Perdone también porque he contrastado la información por otras fuentes eclesiásticas que nada tienen que ver con el Arzobispado y me aseguran, y las creo, que el tal pisito de lujo que usted se estaría montando no deja de ser un modesto apartamento, digno, pero modesto. En cuanto a las obras del Seminario llevan razón cuando me indican que se está cayendo y que, o se actuaba, o se iba al garete.

 

La jaculatoria del Beato Álvaro del Portillo era: Gracias, Perdón, Ayúdame más. En este sentido, le doy las gracias mi querido Arzobispo de Mérida-Badajoz por ser comprensivo con este pobre pecador, hijo de Dios y de San Josemaría, que sólo busca la santidad dignificando la vida ordinaria, pues la profesional la di por concluida por enfermedad hace unos años.

 

Le pido perdón don Santiago por haber caído en la trampa que me tendieron fuentes de Madrid y de las que, le aseguro, no me volveré a fiar. Ni usted lleva una vida de lujo, ni es un derrochador, ni hay que reprocharle absolutamente nada. Su magisterio a lo largo de estos diez años en Extremadura ha sido ejemplar, el de un buen pastor que ha sabido guiar al rebaño de la manera más correcta posible, siempre fiel a Nuestro Señor Jesucristo.

 

Y ayúdeme más, Monseñor, a no volver a pecar levantando infundios contra personas nobles como usted que merecen todo el respeto del mundo. Ayúdeme a ser un buen católico, pues está visto que la Misa y Comunión diarias no han sido suficientes. Ayúdeme a saber ponderar los artículos que publico y que el escándalo injustificado e injustificable que se ha producido con mi artículo tendencioso sobre su persona estaba de más.

 

Espero acepte mis explicaciones, me perdone y me ayude a ser un poco menos pasional y más reflexivo. Como dice mi director espiritual, tengo que ser más sereno. Pues eso, a partir de ahora se impone la serenidad y la sinceridad.

 

Gracias Monseñor Santiago García Arcial. Dios le bendiga y le guarde muchos años. Amén.