LA LEGISLATURA DE LA CORRUPCIÓN

Hace tres años, en precampaña para las generales, Rajoy prometió que si ganaba los comicios habría mano dura contra la corrupción, limpieza democrática y seriedad en el Gobierno. Los españoles nos creímos aquello y el PP obtuvo mayoría absoluta. Ya a los pocos meses de ser presidente del Gobierno, le estalló la mano con el caso de Luis Bárcenas y a este siguieron tantos que ya ni me acuerdo. Del que no me olvido fue el de las preferentes de Caja Madrid y otras entidades financieras, que se siguen riendo de los pobres pensionistas que colocaron sus pocos ahorros en productos que desconocían y que se fueron al garete junto con su dinero. Todo en España, bajo el mandato del Partido Popular, es pura y dura corrupción. Dice el obispo emérito José Gea que lo primero que hacen los españoles cuando compran un bien de consumo es preguntar: “Con IVA o sin IVA”. Y no le falta razón. Pues hasta en eso, en la no subida de impuestos prometida por Mariano Rajoy se ha faltado a la verdad. Los españolitos tenemos que hacer una y mil cuentas para llegar a final de mes; a los pensionistas se les han congelado sus pensiones, porque una subida del 0,25% y ná es lo mismo; el Gobierno pretende que los parados vivan con 400 euros al mes; lo público se ha privatizado o va camino de ello…

 

Antes se le podía echar la culpa a Bruselas, a las políticas de ajuste presupuestario, pero ya no. A otro perro con ese hueso. Después de que la Unión Europea haya desembolsado 40.000 millones de euros para rescatar a una banca podrida y altanera, aquí no valen excusas. Pero se consiente, tiene gracia, que los bancos y cajas de ahorro prosigan sin dar crédito a las pymes, que son las que sostienen la economía de un país, y a los ciudadanos, que son los que invierten y gastan, con lo cual, se le ha hecho un favor a determinadas empresas privadas o semipúblicas, a unos tipos de interés de risa y a devolver en unos plazos que son más irrisorios si cabe.

 

Todo el mundo habla del pequeño Nicolás y de cómo un pijo del PP ha podido inmiscuirse hasta en el Centro Nacional de Inteligencia. Mientras esto sucede, no nos damos o no queremos darnos cuenta, de que el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, fue cesado para encabezar las listas al Parlamento Europeo;que el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón presentaba su dimisión tras ser desautorizado por Mariano Rajoy cuando tenía lista la reforma de la denominada ley del aborto, y que la ministra de Sanidad, Ana Mato, también ha tenido que dimitir por presunta receptora de prebendas de la trama Gurtel. Tres ministros, de una tacada, a la calle. Y después vendrá la sabidica de Soraya Sáenz de Santamaría a contarnos que todo es fruto de la buena praxis democrática de un país y de un Gobierno claro y transparente.

 

Estos tres ministros son los únicos que han dimitido junto a Carlos Muñoz Obón, diputado por Teruel en el Congreso y quien fue obligado a dejar su cargo por Luisa Fernanda Rudí, presidenta de Aragón y presidenta del PP regional, una vez que se conociera que el señorito había utilizado los fondos públicos para viajecitos a Canarias, a encontrarse, según el mismo ha reconocido, con la amiguita de José Antonio Monago, quien pese a ser un cadáver político que ya huele –hay que darle tierra o tendremos pronto a un zombi paseando por el Gobierno de Extremadura–, no dimite aun cuando la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura ha incoado diligencias previas por sus viajes a Canarias. Lo mismo se ponía de acuerdo con el tal Carlos Muñoz Obón y se repartían a la muchachita canaria, que de culo y de desvergüenza anda sobrada.

 

Y hete aquí a mi querido Guillermo Fernández Vara, que es un cachondo que no deja de sorprenderme. Se celebraba el miércoles por la tarde en Mérida el acto de presentación de candidatos a las municipales y autonómicas de 2015 y no se le ocurrió otra cosa que invitar a Patricia Hernández Gutiérrez, candidata a la Presidencia de Canarias. Vamos que Guillermo, que es la única opción posible para la Presidencia de la Junta de Extremadura, no ha tenido que ir unas treinta veces a Canarias como Monago. Él, con dinero del PSOE, se trae a una dulce canaria y además con las ideas muy claras, quien habló de establecer una “alianza decente” entre Extremadura y Canarias. Y es que es ahí donde radica la diferencia entre unos y otros.

 

Mientras Monago es investigado por la Fiscalía y gasta el dinero de los extremeños en cuñas publicitarias radiofónicas para dar su mensaje de los lunes –al mejor estilo Hugo Chávez–, y no quiere reconocer que su actitud sólo se repara con la dimisión, los socialistas hablan de decencia, porque son conscientes de que el presidente extremeño le ha hecho un flaco favor a Extremadura y Canarias, y al conjunto de los diputados y senadores, con sus viajecitos a las Islas Afortunadas –en el Congreso y en el Senado están de uñas con Monago–.

 

Pero aquí no dimite nadie. Ni siquiera Tania Sánchez, la novia de Pablito Iglesias, que mucho PODEMOS por aquí, que mucho PODEMOS por allá, pero los 120.000 euros de dinero público que le dio a su hermano siguen en el bolsillo de éste y sin idea alguna de devolverlos. Y, entre tanto, el zorro de Iglesias llenando las redes sociales de soflamas contra todo el mundo, y únicamente aparece por el Parlamento Europeo a final de mes a por el sobre con su sueldo de eurodiputado. Ese es todo el trabajo del macho. Y es la primera o la segunda fuerza política del país…, valor habría que tener para votar a un individuo que quiere echar abajo la Democracia e implantar una dictadura stalinista en España.

 

¿Y qué hace Mariano Rajoy a todo esto? Sonreír bobaliconamente y desear que el año que le queda de Legislatura pase lo antes posible, porque, sinceramente Mariano, ni fuiste un buen jefe de la oposición, ni eres un buen jefe de Gobierno. Tú copia a José Antonio Monago, resiste que el sueldo da para ir muchas veces a Canarias pagando con la VISA—no sabemos si a débito o a crédito–, y los que vengan detrás que solucionen esta Legislatura de corrupción si les es posible, porque tal y como está el patio cualquiera se atreve a levantar las alfombras.