Cristina Teniente hace bien su papel de Cruella de Vil del Gobierno de Extremadura. Mientras más dálmatas desperdigue o se escondan de su presencia –recordemos que con ellos quiere hacerse un abrigo de piel–, menos se dará cuenta el pueblo de que la única intención de la vicepresidenta es echar balones fuera, buscar lo mejor para su partido y perpetuarse en el poder, cosas todas ellas muy loables si no estuvieran viciadas desde el inicio. El paro ha bajado en Extremadura como en el resto de España, un tanto que se apropia como suyo cuando la realidad nos indica que el trabajo cubierto por esas poco más de mil personas es de ínfima calidad o de muy corta duración, por lo que diciembre volverá a ser bueno por la época navideña y en enero nos volveremos a levantar con una resaca de padre y muy señor mío.
Es verdad que, mientras tanto, hay familias que lo pasan un poco mejor, pero es pan para hoy y hambre para mañana. Desde el Gobierno de Extremadura no se ha puesto en marcha medida alguna que incentive la contratación de los desempleados y las oposiciones siguen sin convocarse, por lo cual, atribuirse el éxito de la bajada del paro en una región donde hay 140.000 desempleados y la cuarta parte de la población está en riesgo de exclusión social es, cuando menos, mezquino. Por no repetir, una vez más, que el empleo lo crean los empresarios y que el Gobierno extremeño no ha dado ni una sola ayuda a la contratación en este sentido y si la propone,como es su obligación, no hay más que trabas para acceder a ellas.
Pero mientras hablamos del paro no hablamos de Canarias y de los viajecitos del presidente José Antonio Monago a las Islas Afortunadas. Por cierto, señora De Vil, ¿ha devuelto ya el ínclito hasta el último céntimo? En su comparecencia del 2 de diciembre tras el Consejo de Gobierno nada se le oyó al respecto. Es más que probable que sus medios y periodistas afines tampoco le preguntasen. Mire que es fácil: con mostrar el resguardo de la transferencia al Senado de las cantidades percibidas incorrectamente todo solucionado. Claro que ese resguardo debe ir acompañado de la correspondiente carta de dimisión del presidente y eso ni con agua hirviendo se consigue. Vamos que el gato escaldado del agua fría huye.
No hay que preocuparse, no obstante, pues temas para desviar la atención no faltan. Resulta que en opinión de la señora Teniente hablar de un pacto postelectoral con el PSOE es imposible, pues los socialistas ya se han echado en brazos de Podemos. ¡A ver si va a ser lo contrario!, porque pese a lo que diga la vicepresidenta los que se echaron en brazos de Izquierda Unida fueron ellos, los del PP, en la noche electoral, logrando la abstención en la investidura del canario José Antonio Monago como presidente del Gobierno de Extremadura. Que se sepa, aquí la pinza la hicieron PP e IU cuando lo lógico, por afinidad política, es que PSOE e IU hubiesen pactado un gobierno progresista en la Junta de Extremadura.
Luego está lo de la tan traída y llevada venta de la residencia oficial de los presidentes de la Junta. Estas son las cosas que provocan hartazgo en el electorado y que éste se incline por otras opciones que dicen lo que se quiere oír. Esa residencia no debe ser vendida, no ya porque la habite o no el presidente de los extremeños, sino porque es patrimonio de Mérida. Estaría bueno que a estas alturas de film el alcalde emeritense quisiera vender el Arco de Trajano o demolerlo, bajo la excusa de que es un pegote en medio de la ciudad.
Lo de la venta de la residencia fue la bomba que soltó Monago para desviar el fondo de la comparecencia en la Asamblea de Extremadura, que eran sus viajes a Canarias, y el Partido Popular sigue con el jueguecito porque ve que así tiene entretenidos a los periodistas y a sus directores, que siguen ocupando portadas de periódicos y minutos en la radio. Mientras se habla de la venta de la residencia, no se le recuerda a los extremeños que Monago pagó con dinero público viajes de placer a la colombiana reconvertida en canaria, con la que estuvo dos años y provocó su separación matrimonial, según ella misma ha declarado en distintos medios de comunicación. Otra cosa es que más tarde el presidente haya rehecho su vida, de lo cual nos alegramos. Pero que devuelva el dinero y dimita porque moralmente es un corrupto.
Cristina Teniente o Cruella de Vil está ejerciendo su papel lo sabemos y por eso la respetamos, pero es una labor sórdida e ingrata, ya que defender lo indefendible y poner en marcha el ventilador para intentar que los votos del 2011 no se vayan es una labor altamente comprometedora. Aquí al pan, pan y al vino, vino. Que Monago haga el equipaje –que no es mucho lo que tiene que meter en la maleta pues vive en Badajoz–, y que presente la dimisión que es lo único que cabe después de lo que ha venido haciendo durante dos años, mientras era senador por Extremadura y en lugar de mirar por su Comunidad miraba otras cosas.
Y usted, señora Teniente, vaya contando los días que le quedan en el cargo, porque es inteligente y sabe que, pese a las fanfarronadas de Monago en sede parlamentaria, les quedan seis meses en el Gobierno. Luego pactará el PSOE con Podemos o con Izquierda Unida, pero lo cierto es que se han quedado sin él porque el abrigo de dálmatas es demasiado costoso para personajes con tan poca valía como las suyas.