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MÉRIDA Y LOS TRESCIENTOS LUCHADORES

OPINIÓN
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[Img #40883]Cuando leí, que éramos trescientos emeritenses los que nos  habíamos congregado frente a la Casa de Presidencia para protestar, no por la venta de un inmueble, sino por el agravio que supone el ninguneo a una ciudad, que para bien o para mal, se constituyó en Capital de Extremadura, pero que tras ciertas actuaciones, da  la impresión que sólo fue una faena de aliño, para salir del paso, me vino a la cabeza la hazaña, en el siglo VI, de los trescientos emeritenses contra los 60.000 franceses, a los que vencieron en la batalla de Carcassone y que narraron sus contemporáneos Juan de Bíclaro y S. Isidoro. “Claudio habría sido encargado por Recaredo para derrotar a los francos que invadían la Septimania ( la zona de la Francia actual sobre Cataluña)… Junto con la gente de guerra de Mérida, Claudio alcanzó a los enemigos en Carcassonne y “le dio la batalla con solos trescientos soldados que de los suyos escogió por de más satisfación y confiança”.

 

Moreno de Vargas, al igual que todos sus antecesores en la narración de la “notable y milagrosa victoria”, aduce la participación de la divinidad y, en especial de Santa Eulalia, para obtener la expulsión de los franceses de las tierras góticas. En este caso, citando a Morales, el corógrafo (el que describe las costumbres y toponimia de un lugar) insiste en que la acuñación de la famosa moneda conmemorativa de la derrota de Bossón (el duque Boso) se debía, a que Recaredo “avía sido vencedor con la gente de Mérida, si bien tenía también algo de valentía y braveza el dar a entender que con sola una ciudad de su reyno avía vencido a los franceses”.

 

Es evidente que el número 300 tiene unas connotaciones míticas. Gedeón tal como nos cuenta la Bíblia, escogió a trescientos para luchar contra ciento treinta y cinco mil madianitas. Aunque posiblemente los trescientos más conocidos son, los espartanos de Leónidas, que se enfrentaron en la batalla de las Termópilas  a  doscientos diez mil persas con  setenta y cinco mil animales, y hasta es posible que hubieran ganado  de no haber sido por Efialtes de Tesalia. “Los motivos que le impulsaron a la traición de los espartanos se desconocen. Efialtes esperaba ser recompensado por los persas, pero terminó por no obtener nada”.

 

La semejanza con la situación actual, se me antoja casi evidente, es posible que algunos esperen también ser recompensados, pero en el mejor de los casos  de que “su ejército”, como les ocurrió a los persas a pesar de estar todo aparentemente a su favor,  no sea derrotado, siempre quedarán,  como aquellos que cuando había que hacerlo, no defendieron a su ciudad.


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