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MONAGO RECULA ANTE GUILLERMO FERNÁNDEZ VARA

OPINIÓN
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José Antonio Monago es un fanfarrón y un miedoso. Fanfarrón porque vende humo sin tener, siquiera, el cigarrillo en la boca. Miedoso porque la iniciativa de Guillermo Fernández Vara de firmar ante notario sus primeras 60 medidas de actuación si llega a la Presidencia de la Junta de Extremadura, dejando por escrito que si no las cumple se va a su casa, le ha pillado a contrapié. Dice el todavía presidente que es en el Parlamento donde el pueblo firma sus compromisos. No. Eso es incierto. El pueblo vota a los políticos para que cumplan lo que está escrito en los programas electorales, para que no hagan como él, que se ha saltado a la torera el programa con el que concurrió a los comicios del 2011 y ha hecho lo que le ha dado la real gana. Monago, Fernando Manzano y todo hijo de vecino que ostenta un cargo del PP en esta región, una Comunidad Autónoma que no sale ni del servilismo ni del sectarismo, porque los ciudadanos están hasta los mismísimos de tanta mentira, de tanta falacia.

 

Por eso el gesto de Guillermo Fernández Vara tiene un doble mérito: piensa qué es lo mejor para Extremadura, región que acumula un déficit de más de 3.000 millones de euros, y pone por escrito las soluciones a tan calamitosa actuación y las lleva al notario, para que el fedatario público ejerza las funciones que le otorga la ley. ¿Por qué no hace Monago lo mismo? ¿Por qué recula Monago ante Guillermo Fernández Vara? El trámite es sencillo. Él lo sabe, pero le da miedo. Teme que le cojan de nuevo en un renuncio, como sucedió con sus viajes a Canarias. Mientras decía que eran por encargo del Grupo Parlamentario Popular en el Senado, salió su entonces  novia, Olga María Henao y aseguró que eran de placer. Hasta los propios senadores de Canarias dijeron desconocer qué había hecho, cuál había sido la función de Monago en las Islas Afortunadas y, para colmo de males, la vicepresidenta del Congreso de los Diputados, Celia Villalobos, sentenciaba que José Antonio Monago Terraza había vivido en Tenerife.

 

Guillermo Fernández Vara puede ganar o no las elecciones autonómicas del próximo 24 de mayo, pero ha demostrado que es un valiente, como valientes son los que van a la  notaria a firmar la hipoteca de una vivienda como está la cosa. Al notario se va a muchas cosas, señor José Antonio Monago, desde compulsar una fotocopia hasta dar conocimiento de las últimas voluntades. Pero usted no se atreve a dar ese paso y recula, no sea que gane de nuevo y los extremeños le pidan explicaciones. Los que nos desenvolvemos en este oficio sabemos que los programas electorales no se leen por parte de la gran mayoría de los ciudadanos. Así pues, se puede escribir que nos va a regalar una puesta de sol o la luna llena, porque el papel lo soporta todo. Pero cuando hay un notario de por medio, todos nos ponemos más serios. Incluso sacamos el traje nuevo de los domingos para causar mejor sensación.

 

Don José Antonio Monago Terraza va a dejar  una Extremadura hecha trizas. Parece como si un tsunami hubiese aparecido de pronto y se hubiese tragado el orgullo de ser extremeño logrado durante los Gobiernos socialistas de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y de Guillermo Fernández Vara. La separación entre municipios ricos y pobres es hoy mayor que antes de la Transición. Monago solo ha primado a las ciudades y pueblos de su cuerda, dejando a su suerte al resto. Ha sido un mal gestor, tan malo, que consiente en gastarse miles y miles de euros en patrocinar a grupos y artistas que nada tienen que ver con lo extremeño, y mantiene a dos familias desahuciadas a las puertas de su casa en Badajoz, vigiladas por la Policía, no vaya a ser que le digan mentecato a un mentecato.

 

No va al notario, no, como ha hecho Guillermo Fernández Vara, a poner negro sobre blanco su acción de Gobierno porque va con embustes en la precampaña y lo hará en la campaña electoral. Las palabras se las lleva el viento, lo firmado siempre queda. ¿Cómo dar la confianza, el voto, a un político que le tiene miedo a un notario? A ese hay que descartarlo de inmediato. ¿Cómo creer a quien se echa en brazos de Podemos y casi le pone la cama en el discurso de fin de año? ¿Qué es la política, una mentira? Estas cuestiones debería responderlas José Antonio Monago ante un notario o ante un juez, pero gane o pierda, que eso lo decidirán los extremeños en mayo, este individuo no puede irse de rositas tras haber arruinado por completo a una región a la que le costó mucho esfuerzo salir del pozo de la miseria y del atraso intelectual al que la sometió la derecha más derechona durante 40 años.

 

A mí un político que tiene miedo de acudir a un notario me da más miedo todavía, porque me deja entrever, equivocada o acertadamente, que no es trigo limpio, que no puedo confiar en él, que todo lo que me diga será para pillar mi voto y salir corriendo. Tenemos, pues, dos formas de entender la política por lo que se está demostrando: la de la transparencia de Guillermo Fernández Vara y la de la opacidad de José Antonio Monago. Y sólo los gatos y los ladrones se mueven de noche.


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