LOS PENSIONISTAS SÍ SON UNA FUERZA EMERGENTE

Si todos los pensionistas extremeños formasen un partido o decidieran votar al PP o al PSOE, ambos partidos se llevarían las manos a la cabeza, pero pagarían por su tacañería con aquellos que se han dejado la vida por levantar Extremadura, desde la propia región o fuera de ella, desde la emigración que despobló pueblos enteros y a los que han vuelto una vez alcanzado el retiro dorado.

 

Lo que sucede es que los pensionistas están adocenados, es decir, se creen inferiores, inútiles, y de eso nada. La crisis ha demostrado que su coraje se mantiene intacto, pero esto entra en colisión con su cobardía a la hora de posicionarse claramente contra los que le hacen la vida imposible. A ellos y a sus familias. ¿De qué se creen que vive el 60% de los 145.000 parados que tiene Extremadura y que no reciben prestación alguna? La respuesta es bien sencilla: de sus padres, que les dan de comer y los visten, al igual que a los nietos.

 

En Extremadura hay 218.255 pensionistas, es decir, un cuarto de la población. ¿Se imaginan qué sucedería con un partido formado por pensionistas y sus hijos? Que llegarían a la Presidencia de la Junta de Extremadura. Estamos hablando de medio millón de personas con derecho a voto. La mayoría absoluta sería aplastante. Los pensionistas sí que son una fuerza emergente, pero para ello hay que salir del letargo y tomar las riendas de la situación. ¿Y por qué votar uno o a otro? Está claro. Sólo tienen que mirar sus pensiones de hace ocho años atrás y la de los últimos tres años: verán claramente la diferencia.

 

Por si esto fuera poco, los pensionistas extremeños son los que menos cobran de toda España con una pensión media, según datos oficiales, de 737,98 euros al mes. ¿A  que los jubilados autónomos no llegan a esta cantidad? La trampa es sencilla: se mete en el mismo saco la pensión de un bancario que la de un agricultor y mientras el primero ronda o supera los 2.000 euros mensuales, aquel que estuvo deslomándose en el terruño no llega a los 600 euros. Debería existir un modelo de equiparación de las pensiones, de modo que se tuvieran en cuenta los años trabajados, la cotización en cada uno de esos años y el trabajo realizado por cada uno; una cosa parecida a la que sucede en la minas de carbón de Asturias, donde los mineros se jubilan bien jóvenes porque sus pulmones no dan para más.

 

Pero el pensionista es miedoso por naturaleza y eso lo saben los políticos. Se conforman con decir que menos da una piedra y que aunque sea poco con la ayuda de Dios saldrán adelante. Naturalmente que Dios vela por ellos y por sus quebraderos de cabeza cuando llegan a sus casas los hijos y los nietos con la vivienda y la vida hipotecadas o desahuciados y tienen que hacerse cargo de ellos. ¡Cómo para meterse en política!, pensarán. ¡Virgencita, virgencita que me quede como estoy! Pero eso sí es adocenamiento, es rendirse al poder establecido, aunque hay un grupito que da la batalla a diario. No basta con ir a Misa todos los días. Los cristianos deben luchan porque se haga justicia en todos los sentidos y decir a los políticos que sus hijos y sus nietos quieren trabajan, necesitan trabajar y que si no procuran el asentamiento de empresas ellos no les votarán más y lo harán por aquellos que, al menos, mantenían una pensión digna para comer.

 

Los pensionistas extremeños deberían unirse todos, además de en Misa y en Cáritas, en un gran partido político que dijera a los grandes partidos:¡Hasta aquí hemos llegado!

 

Son los pensionistas extremeños los que van a decidir qué sucederá el 24 de mayo. Déjense de añoranzas y miren al futuro en positivo. El cambio y cambiar las cosas es posible y sería, desde luego, muy positivo para todos los extremeños. No tengan miedo y acudan a votar en conciencia.  Ustedes sí que se han ganado deslomándose y con el sudor de su frente la papeleta que introducen en el sobre y en la urna. Vayan a votar desde la ilusión, no con abatimiento. No le deben nada a nadie, pero sí querrán el bienestar para sus hijos y sus nietos. Hagamos Extremadura desde la libertad.