Los trabajos en la pista de La Rosegú » levantan ampollas» entre la población jurdana

Son muchos los jurdanos que invitan al personal a adentrarse por los paradisíacos parajes de “Arrosegur” o “La Rosegú”, a fin de que se percaten de los tremendos daños que están ocasionando las máquinas de la empresa “Casuan S.A.”, que trabaja por cuenta del Servicio de Ordenación Forestal de la Junta de Extremadura.

 [Img #42029]Estas máquinas se han adentrado en uno de los ecosistemas más emblemáticos del territorio jurdano, de una memorable belleza paisajística, con especies arbustivas protegidas y áreas residuales del antiguo y autóctono bosque jurdano, aparte de las especies faunísticas que se cobijan por esos breñales.  Comentan muchos habitantes de la zona que, con ese afán tan nocivo de estos últimos años, tendente a mercantilizarlo todo, muy común de las filosofías neoliberales y capitalistas, se están hiriendo de muerte los ecosistemas de la comarca, atarazados por brutales pistas forestales, como si no bastasen con las muchas que ya se llevaron a cabo tiempos atrás.

 

     El enclave de “La Rosegú” se encuentra en las inmediaciones de la alquería denominada hoy Asegur, degeneración de su antiguo nombre (La Segur), perteneciente al concejo de Nuñomoral.  Tales ecosistemas forman parte de la cara norte de la sierra de La Corredera, donde se rastrean huellas de asentamientos calcolíticos, como el del “Robreu de la Ripia”, topónimo (“Robreu”: robledo en castellano) que nos trae a la memoria los bosques autóctonos de robles de Las Hurdes, que prácticamente fueron exterminados con la masiva y abusiva repoblación de una especie alóctona: el pinus pinaster.

 

ATENTADO

 

     Cada vez son más los jurdanos que se están concienciando sobre el enorme capital paisajístico, medioambiental y etnoarqueológico que encierran sus valles y montañas.  De aquí que no paren en mientes a la hora de clasificar los trabajos que se llevan a cabo en el paraje de “La Rosegú” de auténtico atentado ecológico.  Los escombros van a parar a riachuelos y gargantas, se arrasan espacios arbustivos de gran valor, se causa gran impacto paisajístico, se destruyen lugares de refugio y de nidificación, perturbándose el normal desarrollo de la vida animal y se producen otros impactos por escorrentías y otros fenómenos erosivos.

 

     Por tales motivos, los jurdanos están más que hartos de las arbitrarias políticas forestales que se acometen en sus montes, que son comunales, o sea de toda la comunidad de vecinos, y no, como piensan algunos, de titularidad estatal o municipal.  Curiosamente, cuando este sentido de la propiedad comunal ha comenzado a diluirse y no sentirse los jurdanos, como se sintieron durante siglos, dueños y señores de sus bosques, que aprovechaban de forma integral y racional, dieron en originarse los grandes incendios forestales.  “Ántih de luh pínuh, no daban fuendu ésuh inciénduh cumu luh que hay agora”, cuentan los habitantes de estas serranías.  Y refieren que, si antes, cuando surgía una quema acudían todos como un hombre solo a apagar las llamas de lo que era suyo, del común, luego, con los pinos, el asunto cambió.  La repoblación forestal con coníferas fue polémica y creó muchos intereses oscuros en torno a la madera.  Y, por lo que se ve, los sigue creando.