El 24 de mayo tendremos que introducir en sendas urnas dos papeletas: una para elegir alcalde y otra para hacer lo mismo con los diputados que a su vez se encargarán de votar al presidente de la Junta de Extremadura. Esto ya es sabido pero viene bien recordarlo. El 24 de mayo hay dos urnas y dos papeletas, no vaya a ser que alguno trate de introducir en el sobre más de una, lo cual haría que el voto fuese nulo. Pero la otra papeleta es hacer la papeleta, o sea, elegir a los nombres que figuran en la que debemos elegir. Es lo que le ha pasado al PSOE extremeño y a la posición que cada uno esperaba, deseaba, creía o pensaba en la que iba a ir. Me cuentan que “ha habido tortas” para configurar la lista que hoy se ha dado a conocer a los medios de comunicación para que éstos trasladen a los ciudadanos.
Todos, y no me equivoco digo todos, querían ir los primeros en la candidatura a la Asamblea por Cáceres y Badajoz. Cuando se han encontrado el pastel de que no van entre los doce primeros, han comenzado a maldecir al único que tenía seguro su puesto como número uno por Badajoz, que es Guillermo Fernández Vara, por la sencilla razón de que es el candidato a la Presidencia de la Junta de Extremadura. Sería un contrasentido que Fernández Vara ocupase el puesto 35, cuando la realidad que se está barajando en estos momentos es que por Badajoz se obtendrán de doce a catorce diputados y en Cáceres de once a trece, según las encuestas publicadas y las propias del PSOE.
Es lo que tiene esto de la democracia participativa y son los sinsabores que uno se tiene que llevar cuando pertenece a un partido político. Las listas no se pueden, o deben, hacer en función de intereses personales, pues se suponen las capacidades de los candidatos. Hay que buscar algo más y en eso influye al 50 por ciento la inteligencia, la sabiduría, la destreza, el don de gentes…, en definitiva, los componentes que hagan que la lista sea atractiva para que a la hora de coger la papeleta el ciudadano sepa con cuál quedarse. Sí es verdad que a un número importante de la población le importan poco los listados y los programas políticos. Es el que se mueve por el logotipo del partido y por las noticias que han visto en los informativos de TVE y de Canal Extremadura TV que, con todos mis respetos, más sectarios no pueden ser. ¿Cómo calificar sino que Canal Extremadura TV retransmitiese el discurso del jueves de José Antonio Monago y se le fuera la luz con el resto?
Pienso, por lo que le voy conociendo, que Guillermo Fernández Vara sabe que va a perder las elecciones autonómicas del 24 de mayo. Pero ahí no radica el asunto ahora sino en obtener el mayor número de diputados que hagan posible una coalición, seguramente que con Podemos, pues Izquierda Unida está en sus momentos más bajos de certidumbre política. Fernández Vara, junto con el aparato socialista, habrá tenido en cuenta muchos factores, pero seguro que el capricho no ha sido uno de ellos. No creo que a estas alturas de la película y con la experiencia acumulada, haya optado por echar balones fuera. Más al contrario, habrá elegido a los mejores y más populares en los puestos de cabeza, esperando no que se produzca un vuelco electoral que es más que difícil, sino más bien que los ciudadanos suspendan o aprueben su labor de oposición que, cuando menos, ha sido leal y caballerosa. Otro en su lugar se hubiese cebado con las desgracias de Monago.
La otra papeleta la ha tenido Guillermo a la hora de escribir en un papel quiénes son los que le acompañan y ahora viene el momento de explicar por qué. Primero a los suyos, por disciplina, y luego a los extremeños. Y a ver si se da cuenta que es necesario decirle a los ciudadanos que las papeletas y los programas electorales son para leérselos, para saber, en definitiva, el porqué de las cosas y qué se está eligiendo. Esto es como cuando uno va al supermercado sin la lista de la compra: acaba por no traer a casa lo que necesitaba y al final llega cargado y se ha gastado una pasta tonta por no elegir bien.
Y los que no van en la lista, o en los primeros puestos de la misma, les diría que primero se tomen un tila, por lo del disgusto, y luego que entiendan que en las circunstancias actuales otra cosa no se podía hacer. Además, debe servirles de aliciente para trabajar todavía más. De lo contrario, que cojan un pañuelo y se pongan, estilo plañidera, por las esquinas. Que de todo habrá. Seguro.