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PROCESIONANDO QUE ES GERUNDIO

OPINIÓN
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¡Qué contentos estamos este año!, ha salido el sol, las temperaturas altas de estos días nos invitan a tomar las calles, a masificar las terrazas, a andar sorteando obstáculos de padres con carritos y niños corriendo por todos lados, a llenar los bares, hoteles y viajar…, a gastar sin conocimiento, a engalanarnos con trajes comprados para estos días…, que son vacaciones y hay que  darlo todo, todo y todo…

 

No sé si es la edad o la desidia, no sé si es mi poca vocación religiosa o que cada día observo más al mundo y me pregunto mucho más, no sé si es hartura o que en estos momentos yo no estoy para fiestas, pero un agobio superlativo siento cuando salgo a la calle estos días. Aun así, como parte de la masa aún puedo dejarme llevar por ella y salir un rato, a pasar un mal rato, todo sea dicho, para ver in situ una procesión aunque realmente mi observación de la masa acapare toda mi atención.

 

Llegar hasta el lugar adecuado ya es un deporte de riesgo.  ¿Por qué calle ir, cuando cualquier calle por la que vas, parece  como si nos hubiera invadido la marabunta? ¿De dónde ha salido tanta gente?, me pregunto…Llegamos al lugar deseado y señoras con devoción y kilos de laca se apostan las primeras en la fila para ver al santo y de paso saludar a algún familiar que sale vestido de nazareno en supuesta penitencia…, apuesto lo que queráis que además  les pedirán caramelos  “para sus nietos”. Hacerse un hueco no es tarea fácil, pareciera que han comprado el sitio y sólo si eres un niño tendrás la suerte de su simpatía y de posicionarte en primera fila llevándote luego impregnado en tu ropa el olor de sus colonias y el recuerdo de unos labios desconocidos en tus mofletes, si no, te mirarán de soslayo con cara de pocos amigos como diciendo: “¡Ah, haber llegado antes, maja!”., y si eres bajita además, terminarás con dolor de cuello a no ser que empieces a recular y veas desde lejos a los santos en sus palios como si flotaran.

 

También tenemos el gremio de fotógrafos amateur con móviles de ultimísima generación que a modo de aparca- aviones levantan sus brazos, colocan, mueven y disparan una y otra vez hasta conseguir la instantánea perfecta que inmediatamente suben al Facebook para que todos sus amigos vean lo devotos que son de tal santo o tal virgen, ¡qué aburrimiento, de verdad! , con lo fácil que es buscar luego en Google una foto bonita hecha por un profesional. En fin, de estos hay a patadas, mires por dónde mires pareciera que estás en un concierto  heavy en el momento de una balada…

 

Se supone que son días de recogimiento y que las procesiones hay que verlas en silencio. Pues tanto una cosa como la otra brillan por su ausencia, porque en vez de una procesión esto parece una romería, sólo falta el polvo del campo, unos gorros de paja y la bebida pertinente…, bueno no, lo de la bebida es lo único que sí está presente. Y la algarabía, que más pareciera que se celebra una “chupi fiesta” que la pasión y muerte de “Nuestro Señor”. El ruido ensordecedor te llega en estéreo y surraund para no perder detalles de la conversación de la mujer que le dice al marido que “ha dejado el coche muy lejos”, de la adolescente que habla por teléfono con su amiga diciéndole “hacha tía pos yo ¿qué quieres que te diga?” De la madre riñendo al niño de pocos años porque se va de su lado…, y así sin que a ti te importe mucho todo eso empiezas a abrir la parabólica porque la procesión en sí parece que tiene menos interés si cabe que las películas que se desarrollan a tu alrededor … silencio, ¿qué silencio por Dios?

 

También tenemos la cantera de nazarenos, esos pequeños que salen y a los que sus padres siguen desde el minuto uno hasta que cansados y muertos de sueño los sacan de la fila después de haber hecho ellos mismos la penitencia  del recorrido, la devoción entonces ¿es como los apellidos que se pasa de padres a hijos?, a mí me da una pena enorme ver a esos pequeñajos , cirio en mano y en el caso de mi ciudad, llenos los bolsillos de caramelos, hacer kilómetros sin otro fin que llevar una vela en la mano y repartir caramelos … ¿Saben ellos el sentido de ser nazareno? No lo creo, pero “están tan graciosos”, son tan “salaínos”, pobres, pienso yo, ¿por qué no salen los padres?, otra pregunta que de no ser a alguien conocido dejo en el aire y de momento sin respuesta…

 

La fauna turística es tema aparte. Nuestra ciudad es reclamo inevitable para las vacaciones, y no voy a ser yo quien reniegue de esto, sus restos milenarios atraen no sólo a los de fuera, a nosotros también que seguimos disfrutando de ellas cada día, y una ciudad como ésta debe estar preparada para tales acontecimientos, aunque… ¿realmente está preparada? No sé. Últimamente dudo mucho de casi todo y este tema también está entre mis dudas casi existenciales. Tomarte una caña resulta tedioso, si no imposible y que te atiendan con premura algo que no se puede exigir, esperar es lo peor aunque si eres turista no te preocupa tanto… ¿o sí? Tendría que hacer una encuesta y mira me lo voy a ir pensando…

 

Me he dado cuenta en mis observaciones a pie de calle que los turistas andan como si estuvieran participando en una yincana, de aquí para allá y de allá para acá llevando en sus manos el mapa y la máquina de fotos al cuello andando entre el gentío fervoroso que estos días ocupan la casi totalidad de las calles céntricas; son inconfundibles y hay de todas las clases, desde los mochileros sexagenarios extranjeros,  blancos como la nácar hasta excursiones de escolares en busca del ansiado botellón y la comida basura. Familias con niños cansados , sentados en cualquier sitio trincándose una botella de agua como si acabaran de atravesar un desierto y parejitas de novios recién casados o no…, en fin de todo un poco como en la viña del Señor. Turistas que fotografían hasta la saciedad todo con el convencimiento de estar viendo algo grandioso y único;  desde todos los ángulos , en posturas imposibles, con ellos y sin ellos, de lejos y de cerca…menos mal que ya no se sacan las fotos en papel si no, media paga quedaba retratada…

 

En fin…, encontrarte con la procesión, ir a ver la procesión, salir en la procesión, vivir la procesión…, distintas maneras de sentir o sufrir estas fiestas que a menudo pierden el sentido estricto de lo religioso. Yo por si acaso si vuelvo a ir a ver alguna llevaré mi teléfono en silencio,  observaré un poquito más y me dejaré llevar por la masa y su fervor presignándome al pasar el santo por si acaso…

 


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