Tiene una inteligencia natural que se adquiere en libertad, en la naturaleza. Estanislao Martín Martín (Casares de Hurdes, 1964) no es un político al uso: se declara de centro izquierda pero no tienen ningún macropartido que le respalde; le gusta la batalla dialéctica pero desde la confrontación de ideas que es como se juega una buena partida de ajedrez; no le hace ni pizca de gracia perder ni un solo juicio como buen abogado que es ni tampoco los despachos, a pesar de mantener uno abierto con otro socio en Cáceres desde hace años.
Se queja amargamente de que los medios de comunicación sólo presten atención a los grandes partidos y a las formaciones emergentes (léase Podemos o Ciudadanos), que llevan una gran campaña de marketing electoral detrás, prestando mucha menos espacio a coaliciones pequeñas como la suya, y, puestos a batir el número de lamentaciones, maldice la hora en que la Asamblea de Extremadura no aceptó bajar del 5% al 3% el tanto por ciento para obtener representación parlamentaria, por lo cual siempre está en las encuestas en intención de voto en el grupo denominado “Otros”.
Sabe que nunca será presidente de la Junta de Extremadura encabezando listas de partidos minoritarios, pero se muestra muy orgulloso de eXtremeños, la coalición surgida de Prex Crex e Ipex. En la Asamblea igual no, pero en algunos ayuntamientos la configuración de los gobiernos pasarán por sus manos y será, entonces, cuando ponga sus condiciones encima del tablero, porque el programa electoral es de pura sensatez y solo tiene un slogan: lo mejor para Extremadura es lo mejor para los extremeños.
Lleva Extremadura en las venas desde que naciera en el norte de la provincia de Cáceres, en una zona olvidada históricamente por el poder, como únicamente un buen jurdano puede hacerlo. Por eso no parará en su empeño hasta lograr que la cláusula social anunciada por el socialista Guillermo Fernández Vara y que viene en poner en valor en las contrataciones públicas un plus si la empresa en cuestión tiene más o menos empleados y las condiciones económicas y de salubridad laboral de estos, que un tanto por ciento de los trabajadores sean extremeños. Vamos, que las multinacionales no lleguen a Extremadura a llevárselo calentito y nada quede en la región, que es lo que sucede ahora con las bajas temerarias que hacen las grandes multinacionales del 30 o el 40 por ciento, más lo que se deja en el camino a base de comisiones no declarables por opacas como las tarjetas black de Caja Madrid, y no se tiene en cuenta la procedencia de los empleados. Si fuera un tanto por ciento extremeño, el paro se vería reducido de manera importante en una región castigada por una lacra que lleva muchos años asentada en una sociedad otrora conformista pero que cada día se revela más contra las injusticias.
Contra algo que no puede luchar eXtremeños, comenta su candidato a presidente de la Junta de Extremadura, es con el poderío de los grandes. Y lo dice un político que ha sido concejal en su localidad natal, en Cáceres y diputado en la Asamblea de Extremadura, es decir, que conoce bien el paño. La marquitis se ha instalado de tal forma en las cabezas de los ciudadanos extremeños –al igual que sucede en el resto del país–, que sus líderes se pueden marchar de vacaciones en el momento que lo estimen oportuno. Él, sin embargo, tiene que hacer todos los días kilómetros y más kilómetros para que sus paisanos le conozcan y de igual manera a su proyecto político, que no es otro que Extremadura.
Dada mi deformación profesional, observo que el tono de voz de Estanislao Martín es lineal: ni una palabra más o menos alta que la siguiente. Como tonto no es, trata de ganarse al escritor-opinador y que este hable bien de él. Pero, sinceramente opino, que es difícil hablar mal de una persona que, acertada o equivocadamente, se expresa con tanta vehemencia de su tierra.
El 24M es más que probable que no obtenga ningún diputado en la Asamblea de Extremadura. Todas las encuestas, las serias publicadas por el Diario Regional HOY y La Razón, aun cuando están más maquilladas que una pepona que se aposta en una esquina meneando el bolso, como la publicada el domingo pasado por un medio en el que me quedé la vida y la salud, únicamente dan como posibilidad de entrar en el Parlamento a Partido Popular, Partido Socialista, Ciudadanos, Podemos e Izquierda Unida (esta última con más dificultades de lo que parece después de sus amoríos con el PP durante la legislatura que termina). “Nosotros no tenemos dinero para hacer encuestas”, dice Estanislao Martín Martín, pero “tenemos un pálpito”.
Mire usted, como debería de haber aprendido en sus años como concejal y diputado, en política como en la salud y en la enfermedad, en el trabajo como en el desempleo…, los pálpitos se traducen en ilusiones y finalmente en chascos. No digo que no sea bueno que eXtremeños se presente a las elecciones, pero con los pies en la tierra. Lo tienen más difícil que el que se montó en el caballo del malo por bueno que fuera el jinete. Si Izquierda Unida fue la Mesalina del poder durante cuatro años, Prex Crex traicionó al PSOE después de que le dieran dos puestos de salida, como así sucedía en 2011. Y Damián Beneyto, que ha estado lamiendo botas para lograr un puesto en el Partido Popular se tendrá que marchar a su plaza de profesor de gimnasia, que ni para eso sirve. Para medrar sí, para trabajar es lo más nulo que me he echado a la cara y ¡vaya! que le conozco bien.
Estoy de acuerdo con muchos de los planteamientos de eXtremeños, pero querido Estanislao Martín Martín vaya haciéndose usted a la idea de que no, de que los ciudadanos de esta región, por lo menos en la Asamblea no le quieren. Puede que en algún que otro pueblo toquen pelo, pero a nivel regional se van a comer un rosco bañado en clara de huevo, almíbar y azúcar. Muy dulce, sí, pero demasiado empalagoso. Aún más para los que estamos inmersos en la marquitis con la operación bikini.