JUAN CARLOS I, AGENTE HONORARIO DE RENFE

A Queca Campillo, en el último recodo del camino.

 

Nunca olvidará Don Juan Carlos su primer viaje a España, en el Lusitania Expresso, desde Lisboa a Madrid, aquel día 8 de noviembre de 1948, que el tiempo se ha dormido sobre las vías férreas, ya abandonadas, estampa sepia del inicio de una historia tan lejana como convulsa, los frecuentes desplazamientos con su hermano Alfonsito o los viajes cuando ambos cursaban el Bachillerato en el palacio donostiarra de Miramar o esa gran fotografía del Rey ante una gran máquina o con el ministro de Obras Públicas, Gonzalo  Fernández de la Mora  en pagos de la estación de Casar de Cáceres.

 

Por la historia oral, Don Juan le hablaría a Juanito del éxodo de Alfonso XIII, en aquel largo y triste viaje hacia el exilio y los desagradables incidentes en la estación de Ávila, cuando el maquinista era el Duque de Zaragoza y los desagradables sucesos hacia el exilio del Monarca de esta España nuestra, casi siempre convulsa.

 

Alejandro Rebollo Alvarez – Amandi, Presidente de Renfe, acaba de sacar su pañuelo para, como un Tosca de Puccini, decirle “adiós a la vida”, recientemente, él, que pasaría por el patético trance de ser el defensor del comunista Julián Grimau como teniente jurídico y al que el reo, antes de ser fusilado, le pediría un abrazo, y Rebollo, tras el consentimiento del Tribunal, se lo daría. Muchos años después, sería hombre de confianza de Adolfo Suárez y lo nombraría Presidente de Renfe. Alejandro Rebollo tendría el detalle de nombrar a Don Juan Carlos: “Agente honorario de la Red.”

 

Gonzalo Garcival, periodista y hombre muy culto, enamorado, además, de la Historia, me hace llegar la carta que, el día 24 de julio de 1982, dirigía El Rey a Alejandro Rebollo para otorgarle tal distinción. En la misiva, Don Juan Carlos, entre otras cosas, dice: “Tras mi visita a los trabajos de renovación de vía en la línea Madrid – Valencia de Alcántara, quiero expresar mi afecto a los ferroviarios españoles” y le agradece las atenciones de ese día y “la distinción que se me ha hecho al nombrarme Agente Honorario de la Red”. En esa misiva, el Rey muestra su satisfacción y esperanza en el afán modernizador “de nuestro sistema ferroviario (…) del que tanto depende el progreso de la sociedad española”.

 

Finalmente, el Rey envía “un abrazo afectuoso para todos,” y, de puño y letra, “y a ti otro de mi parte”.

 

Así, con los pequeños / grandes hechos se hace un país, se edifica la Historia y dejamos con Antonio Machado el humo claro de sus versos, “caminante / no hay camino / se hace camino al andar”.