El accidente del joven Verstappen provocó un incomprensible error de estrategia del equipo Mercedes que privó de la victoria a Hamilton.
La cara de Lewis Hamilton en el particular podio de Mónaco era todo un poema. Reflejaba muchísimo enfado. No era para menos. Sus estrategas le acababan de birlar una victoria que parecía segura. Pero contemos las cosas por su orden…
Hamiltón y Rosberg ocupaban, una vez más y en ese orden, las dos primeras posiciones de la parrilla, con Vettel por detrás a la espera de cualquier error. En la salida los dos Mercedes se respetan. Alonso se toca con un Force India y le sancionan, inmerecidamente, con cinco segundos. Fernando sale bien y gana puestos. Maldonado (debería pensarse quitar el número 13 de su coche) se queda sin frenos y, de nuevo, abandona. Fernando sigue progresando. Por la zona trasera de la carrera, Carlos Sainz adelantaba posiciones a buen ritmo. Salió el último desde el pit lane y sus buenas manos, buena cabeza y buen chasis de su Toro Rosso le permitían avanzar posiciones.
Tras el cambio de neumáticos Mc Laren tenía a sus monoplazas octavo y noveno. Esperanzador. Además, habían defendido estratégicamente bien la posición de Alonso. El Mc Laren muestra mejoría pero la fiabilidad es parte fundamental de este deporte. Hoy el coche de Fernando se quedó sin caja de cambios. Una pena. Pero Button ha acabado octavo. Insisto, esperanzador. Primeros puntos para el equipo británico.
La carrera transcurría en la normalidad monegasca. Distintos trenes de coches transitaban por el circuito urbano del principado. Solo había sido destacable un arriesgado y precioso adelantamiento de Verstappen. Y fue él, Verstappen, el que dinamitó la carrera.
El joven piloto de Toro Rosso, con gomas nuevas, se situó pegado a Vettel. Como el alemán iba doblando a la mayoría de sus rivales, cuando estos se apartaban, el holandés aprovechaba para colarse. Sebastian se acerca a Grosjean y el equipo de éste último le advierte de la maniobra camaleónica que iba practicando Verstappen. Grosjean, atento, dejó pasar a Seb pero no a Verstappen. El de Toro Rosso era más rápido que el de Lotus y su edad le llevó a cometer un error. Verstappen se “tragó” a Grosjean, chocando violentamente contra el muro, benditas protecciones, y provocando el abandono del francés. El accidente fue muy fuerte pero Verstappen salió por su propio pie del coche. Aprenderá el joven piloto. Sale a pista el consiguiente safety car y empieza el lío.
Me quedo de piedra cuando veo a Hamilton entrar a cambiar neumáticos. Solo a él. Rosberg no entra. Vettel tampoco. Quedan nueve vueltas. Hamilton empieza su incorporación a pista. Pasa Rosberg y Vettel, por centímetros, por delante de Lewis. Nadie entiende nada. Ni Nico, ni Seb, ni mucho menos Lewis. En el box de Ferrari todo el mundo tenía los ojos como platos. No se acababan de creer que les regalaran así la segunda plaza del gran premio. Hamilton pregunta, incrédulo, por radio qué estaba pasando. Le responden que Verstappen a tenido un accidente y por eso ha salido el safety car. Supongo que la parte del inglés profiriendo insultos y palabras mal sonantes nos las han evitado.
Cuando se relanza la carrera faltan cuatro vueltas. Vettel con gomas usadas no puede con Rosberg que vuela a su tercera victoria en Mónaco. Hamilton se resigna al tercero.
Un gran Carlos Sainz consigue llegar décimo y puntuar saliendo el último. Kimi, el llorón, se queja porque le adelantan. A un Red Bull le obligan a ceder la posición del otro compañero por una de sus acostumbradas artimañas. Y final.
Llega a la entrega de premios Nico, feliz pero con educado entusiasmo. Vettel está radiante y un tanto “bicho” (empieza a italianizarse, bien). Hamilton tiene un enfado monumental. En la entrevista del podio, los pilotos de Mercedes se contienen. Rosberg se alegra pero poco. Lewis se enfada, pero poco. Y Vettel dice que él sí que está contento. Entre unas cosas y otras Nico Rosberg se sitúa a solo 10 puntos de Lewis Hamilton, quedando Vettel a tiro de una carrera.
Para variar, Mónaco ha sido un gran premio entretenidísimo. El mundial se aprieta y solo unos cuantos nos acordamos de Bianchi, en coma a 20 kilómetros de allí. Debatiéndose entre la vida y la muerte en una cama hospitalaria de Niza. Aún recuerdo el carrerón que hizo el año pasado con Marussia, llegando octavo. También me viene a la memoria Senna. El último, antes de Rosberg, en ganar tres veces seguidas en Mónaco.
Proxima estación: Canadá, dentro de dos semanas.