UN TRIBUNAL PARA LA INOCENCIA

Los escritores extremeños han tenido gran relieve en el panorama cultural español. Recordemos  al recientemente fallecido José Miguel Santiago Castelo, a Valhondo  a José Antonio Gabriel y Galán, a Martínez Mediero, Pérez Mateos, José María Vera etc. Sin embargo no son tan consideradas las escritoras de la tierra. Siempre se resalta la más representativa y conocida, Carolina Coronado. En  la actualidad tenemos grandes autoras como Lola Santiago María Rosa Lencero, Pureza Canelo y Rosa Vicente, entre otras. Pero hablando de autoras podemos comprobar que apenas es conocida  una autora teatral que obtuvo nada menos que el reconocimiento del Teatro del Conservatorio de París, donde se representó su obra en 1974, elogiada por la crítica y las revistas especializadas. En España, Alfonso Paso calificó su prosa de”valleinclanesca”.

 

Por eso, quiero dedicarle este pequeño trabajo,su obra merece un reconocimiento general.

 

Se llama María Antonia Morales. Nació en Jaraíz de la Vera y allí estudió el bachillerato en un colegio local que fundara  Don Marcelo Giraldo, donde se estudiaban cursos que se refrendaban oficialmente en el Instituto de  Enseñanza Media de Cáceres, del que salieron grandes talentos. Cursó la carrera de  Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca y obtuvo el doctorado en la Universidad de Madrid.

 

Sus obras de teatro tienen un extraordinario valor y presentan situaciones muy reales expresadas con un bello lenguaje.”Tabernero, Cruz y Raya, “Amapolas en el convento” y “Como el vuelo de un pájaro” son sus dramas más representados, que se estrenaron en  Paris, con gran éxito.

 

Pero, tal vez, la obra titulada “Un Tribunal para la Inocencia” es su texto más sobrecogedor. Se publicó íntegramente por la Real Academia de las Letras y las Artes de Extremadura en 1999 (Tomo X).

 

 La verosimilitud argumental consigue inquietar desde los primeros diálogos y su belleza narrativa es realmente destacable. Me arriesgo a decir que fue primero un cuento inédito muy cuidado, que la autora ha ido bruñendo hasta conseguir implicarnos en la injusticia que sufre Braulio el protagonista, precisamente por su inocencia, palabra que tiene un doble sentido Shakesperiano, porque el infeliz  carece de maldad y al mismo tiempo es inocente del crimen que le imputa el mundo de los poderosos que utilizan la fuerza y se atreven a condenarle por un delito que no cometió, para proteger al verdadero culpable. Cuando el juez le pregunta por qué le han detenido. Él contesta simplemente: “porque soy tonto”.

Importa de esta obra su extraordinaria coherencia y el montaje teatral con un hilo conductor que muestra el gran talento de su creadora.

 

María Antonia Morales reside en Madrid, tras casi un cuarto de siglo fuera de España , mantiene vivas sus raíces y sus recuerdos cacereños  y es, en definitiva una escritora que debíamos no solo recordar sino representar para deleite de todos.