La originalidad de este espectacular montaje, con amplio reparto por primera vez en este Festival-2015, se basó en dos principales ejes: la clásica fidelidad al delicioso texto shakespeariano, sin anacronismos o fáciles adaptaciones, algo infrecuente por estos pagos; además el texto estuvo generalmente bien versificado por Javier L. Patino y el propio director Darío Facal, salvo algunas rimas morfológicas; el verso acentuó el lirismo en el Reino de las hadas y permitió, entre otros, al enano Puck lucirse recitando y cantando en varias ocasiones, con perfecta dicción.
Otra originalidad estribó en el decorado: unos 9 telones que iban cayendo sucesivamente: algunos de ellos lucían más al permitirnos contemplarlos en 3D, mediante unas gafas adjuntas al programa de mano. Ambientaron grandemente en las escenas del bosque y al final para la noche estrellada de la más breve e intensa noche de san Juan: en ella “todos los seis personajes parecen haber respirado, con el luminoso y mágico misterio del astro nocturno, una vaga ebriedad o un ramalazo de locura, que ha trastocado sus relaciones amorosas”.
También maravillaba ver cómo el espacio escénico cortesano se transformaba moviendo rápidamente el sencillo pero eficaz atrezzo de una mesa, unas sillas y unos arbolitos en el bosque del Reino de las Hadas: las dos parejas contrariadas correteaban persiguiéndose velozmente intentando deshacer el malhadado enredo amoroso. Esos varios cambios escénicos estaban reforzados por una ambientadora luminotecnia y una sugeridora musiquilla: todo ello denotaba un montaje muy trabajado, especialmente en la cuidadísima interpretación tanto oral (perfecta proyección y vocalización como expresividad corporal, especialmente en las dos ágiles parejas de jóvenes).
La muy pensada y original dirección de Darío Facal, que ya en Madrid triunfó en el estreno de esta deliciosa comedia, se notó especialmente en los cambio de ritmo: muy trepidante en la primera parte, en la corte ducal y más reposado en el bosque, al dormitar varios personajes y ser víctimas de las travesuras del duende Puck que trastocó sus relaciones sentimentales o transformó en un burro al amor de Titania, la reina de las hadas, con permiso del hierático Oberón.
Todos, salíamos muy satisfechos de haber visto un montaje muy logrado y superprofesional; un poco antes los actores, tras la despedida de Puck, con las que nos advertían que lo que habíamos visto eran juegos de imaginación, travesuras y alegrías del alma”, se fundían en un abrazo con los risueños espectadores.