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TRANSPORTES URBANOS: SMART y YAMAHA TRICITY

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Probamos un SMART y una YAMAHA TRICITY para resolveros las dudas de movilidad urbana. ¿Mini coche o moto de 3 ruedas?

 

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Tenía muchas ganas de realizar esta prueba. Lo cierto es que estaba deseando probar un Smart y, por otro lado, testear una moto de 3 ruedas. Me abordaban las dudas sobre la eficacia de ambos vehículos y os aseguro que me han proporcionado mucha satisfacción, pero a su manera. Veamos…

 

Nuestros protagonistas.

 

 

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Empiezo por el Smart. En el concesionario Automoción del Oeste de Cáceres, tanto Andrés como Antonio me explican el coche con detenimiento, amabilidad y profesionalidad.

 

Lo primero que me llama la atención es lo pequeño que es por fuera y lo grande que es por dentro. Sí, sí. Es grande por dentro. Biplaza, eso sí, pero amplio. En estos días he llevado de pasajero puntual a un amigo que mide 1,90 metros de altura y tenía espacio de sobra para acomodarse en su asiento. Estos asientos, además, son muy cómodos y bonitos. Con el reposa cabezas integrado en una pieza al respaldo, estilo competición. En realidad el coche está muy bien rematado por todas partes. Se nota la mano de Mercedes en el producto final. Un punto a favor del Smart, la calidad que percibe el conductor.

El Smart lleva de todo. Cambio automático, climatizador, leds diurnas, techo panorámico, navegador… Hay una cosa que no tiene, eso sí, asiento trasero. Se trata de hacer una prueba de vehículos biplazas. Bien es cierto que no entiendo la filosofía de los Smart de 4 plazas. Ya no los puedes aparcar “de morro” en una fila de coches aparcados en línea. Supongo que están en el mercado para competir con los Mini y los Fiat 500.

De motor anda sobrado: 1.600 cc con 70 cv. Y como pesa unos 850 kgs, imaginaos lo bien que va.

 

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Me acerco al concesionario Yamaha DIVERMOTO de Cáceres con el Smart. Allí me espera Alfredo Chávarri y la Yamaha Tricity. Lo primero que me llama la atención de la moto es que está apoyada en la “pata de cabra” y descansando hacia un lado como una moto normal. Me explican que esta trimoto no se queda tiesa como el resto de las motos de tres ruedas. Es decir, al llegar a un semáforo hay que apoyar al menos un pie en el suelo. Lo cierto es que eso no es problema ya que es estrechita y pesa muy poco. La moto es bonita y está muy bien hecha. No se aprecian plásticos mal ensamblados ni materiales de calidad pobre.

 

El motor es un 125 cc con 11 cv, monocilíndrico de 4T. Es decir, se puede conducir con carné de coche. Lo que sí me pareció es que los pilotos altos quizás tengan problema de espacio. Yo tallo 1,75 metros y la moto me quedaba perfecta. Quizás los que pasen del 1,85 vayan un poquito justos.

 

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Arrancamos.

 

Poner en marcha el Smart es un poco extraño. El contacto se encuentra en la zona de la palanca del freno de mano, entre los dos asientos, al estilo Saab. El motor suena bien y, tras adaptarnos a la mini palanca del selector de cambio, (R hacia atrás, N hacia delante y A hacia la izquierda) nos ponemos en marcha. La salida del coche es tipo scooter grande. Es difícil que alguien nos gane en una salida de semáforo llevando este coche. Enfilamos una larga recta y empiezan a sucederse los cambios. El coche los hace a modo humano. Es decir, entre una marcha y otra “patina” el embrague como si lo hiciéramos con cambio manual. Esta sensación requiere un pequeño tiempo de adaptación ya que los automáticos modernos apenas dejan vacíos de potencia cuando suben o bajan marchas. El Smart sí lo hace y no digo que sea malo o bueno, simplemente es así.

 

La Yamaha Tricity es todo facilidades. Te pones el casco, quitas la pata y la sensación que te transmite el vehículo al sujetarlo con los pies en el suelo es de scooter normal. Giras el contacto, aprietas el starter y el típico ronroneo de los motores monos de 4 tiempos se deja sentir bajo tu trasero. O sea, cumple a la perfección con lo que debe realizar un vehículo urbano de estas características.

 

 

En marcha por la ciudad.

 

El Smart se siente como un coche en toda regla. De hecho, lo es. Como os he contado, el cambio automático se asemeja mucho al manual. Tanto es así que en subidas lentas y pronunciadas, el coche realiza reducciones de marchas con doble embrague. Sorprendente y divertido. De repente te quedas sin potencia, oyes un pequeño acelerón y engrana una marcha menos. Genial.

Como era de esperar, es muy saltarín. Cuestión de física, su distancia entre ejes es muy pequeña. Hay que tener cuidado en los pasos de peatones sobre elevados ya que si se hacen deprisa, el salto que podemos dar es considerable. La dirección es muy precisa, normal, ya que las ruedas delanteras son pequeñitas. El Smart es muy estable. El paso por rotondas no tiene ningún problema.

Este coche es un vehículo muy rápido en la ciudad. Se cuela por cualquier hueco. Lo aparcas en muchos sitios que no podrías hacerlo con coches grandes y si hace calor, pones el climatizador, y si llueve no te mojas.

 

La Yamaha Tricity es fantástica. En cuanto giras el acelerador la sientes como una moto normal. Acelera con rapidez y suavidad y es muy estable. Os lo aseguro. Transito con cierta precaución por la primera rotonda pero no así por las siguientes. Tumba mucho y es fácil rozar los extremos del caballete. Se podría llamar la moto-rotonda. Estás deseando que aparezca una para tomarla deprisa.

La moto acelera bien. Alcanza los 90 Km/h con facilidad y a partir de esta velocidad le cuesta subir. Tampoco hace falta más.

Entre coches es una maravilla. Su ligereza, la colocación alta de los retrovisores para no contactar con los de los coches, y ese culebreo especial que le otorgan las tres ruedas, la hacen magnifica para sortear atascos, o para colocarte el primero en los semáforos. Además, si no se puede esquivar el atasco, su estabilidad de tres ruedas te permite circular a bajísima velocidad sin apoyar los pies en el suelo. Toda una comodidad. Es una moto perfecta tanto en una pequeña capital de provincias como en una gran cuidad.

 

Extrarradio.

 

El Smart no presenta ningún problema circulando distancias cortas fuera de la ciudad. Da igual la M40 que una pequeña comarcal hacia un pueblo. Su motor le lleva a circular a velocidades legales sin ningún tipo de problema. Lo cierto es que corre bastante. Ves los 120Km/h en el velocímetro con mucha facilidad. De hecho, está capacitado para viajar donde te apetezca. Todo dependerá de lo que soporte tu espalda la dura y corta suspensión. Quitando esto último, el coche puede viajar perfectamente.

Con respecto a los frenos, ningún pero. Tengo que resaltar que el pedal del mismo está anclado a la parte inferior del suelo y no a la superior. Al principio, como todo en este coche, la sensación es particular ya que mueves el pedal hacia delante y no hacia abajo. Pero, insisto, es una sensación. El coche frena muy bien.

 

La Yamaha es perfecta para el extrarradio. Si acaso, le echo en falta algún caballo más pero entonces ya nos meteríamos en follones de impuestos, legalidades de permisos… Esta moto está pensada para animar al conductor de coche a cambiar de tipo de vehículo, y para eso es perfecta. Como dije antes, los 90 km/h los mantiene con facilidad y esta es velocidad suficiente para volver a casa después del trabajo. El modelo de pruebas llevaba la pantallita de verano pero me informan en el concesionario que también tiene una más grande para el invierno, luego el tema de la protección del viento lo tiene resuelto.

Una particularidad buenísima de la Tricity es que lleva un disco de freno en cada rueda, o sea que lleva tres. La maneta derecha combina los tres frenos. Si te sientes un poco colado al llegar a una rotonda o te encuentras un semáforo en ámbar, la moto frena muy fuerte. Existe un modelo, que recomiendo, con ABS.

 

Capacidad de carga y consumo.

 

Aunque parezca mentira, ambos vehículos admiten una buena capacidad de carga.

El Smart tiene un pequeño maletero, que se abre en dos piezas, donde podemos meter la compra de la semana sin dificultad. El portón de la parte inferior aguanta 100kgs de peso. Dato muy útil para dejar algo pesado o simplemente sentarnos a cambiarnos los zapatos. Ver para creer, o mejor, sentarse para creer. Es cierto que no nos cabrá la compra mensual, una bici, o cosas así, pero este coche no está pensado para eso. En él podremos transportar infinidad de pequeños bultos o un par de maletas pequeñas, etc.

 

La Tricity trae de serie el típico hueco bajo el asiento en el que cabe un casco integral y justito. La plataforma donde apoyamos los pies es completamente plana y tiene en el frontal, entre las rodillas, un ganchito muy útil para atar una bolsa o una mochila. Lo cierto es que viene justa de capacidad de carga. Esto lo solucionaremos instalándole un baúl por un poco más de dinero. Recomiendo la instalación del cofre. Con él, quedan resueltos los problemas de carga de la moto y podremos llevar dos cascos, el maletín al trabajo y realizar pequeñas compras.

 

Ambos vehículos, encuadrados en su segmento, consumen poco. Al Smart le he medido en ciudad, y saliendo fuerte de los semáforos, un consumo que no sobrepasa los 8 litros de gasolina a los 100km. Con un poco de cuidado esta cifra se reduciría bastante. Si el uso del coche va a ser por extrarradio, calculo que el gasto podría llegar a los 6 litros. Una buenísima cifra tratándose de consumos urbanos. El sistema start & stop ayuda.

 

Otra cosa bien distinta es la Yamaha. Es un mechero. Os pongo un ejemplo: con el depósito lleno y tras dos horas de uso ininterrumpido, con acelerones, buscando la velocidad punta… Volverla a llenar me supuso ¡1 €! Simplemente espectacular.

 

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¿Cuánto cuestan?

 

La Yamaha Tricity en su versión ABS y con baúl os saldrá por unos 4.000 € nueva. Toca ahora investigar que tipo de Smart podemos encontrar por 4.000€. Pues los podéis encontrar en muy buen estado con unos 40.000 kms y con 4 años de antigüedad. Además (alguno se va a enfadar por esto) los de antes llevan motor de 4 cilindros y los nuevos de 3 cilindros. Qué queréis que os diga. A misma potencia prefiero un cilindro más.

 

Conclusión.

 

No trataba con esta prueba de convenceros sobre un vehículo u otro. Son dos cosas distintas para un uso similar. Y ambas cumplen sobradamente con su cometido. Circulan bien por la cuidad, son fáciles de aparcar, gastan poco, cargan lo suficiente y hasta tienen su punto divertido. En resumen, nos facilitan la vida diaria en la urbe. Si me apuráis, prefiero la moto. Pero esto es una apreciación personal. Os recomiendo cualquiera de los dos.

 

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