Es muy probable que no haya, en España, un nombre más repetido en parajes y pueblos que el de Eulalia, Olalla, o similares, recordando el nombre de la Santa emeritense. Juan Fernández López, en su libro Toponimia Eulaliense, aporta 504 poblaciones o parajes en España y 72 en Portugal que llevan este nombre. Faltaría añadir un abundante número en Francia, Italia e Hispanoamérica, y hasta es posible que el apelativo Lalla, marroquí, pueda tener algo que ver, no en vano Emérita, fue en la época de Diocleciano, capital de la provincia Mauritania Tingitana, el actual norte de Marruecos, y personajes tan importantes como el obispo Mausona, pese a lo que tradicionalmente se ha considerado, seguramente fueron de origen africano, para tener conciencia de la importancia que, a través de la historia, ha tenido la santa emeritense y que ha sido desaprovechada, por los responsables políticos y religiosos de Extremadura, quizás por razones que admitirían un largo análisis sobre protagonismos urbanos, pero como diría un conocido expolítico, “eso ahora, no toca”. Hay poblaciones como Totana en Murcia, Almonaster o Santa Olalla de Cala, en Huelva, cuya devoción a Santa Eulalia supera o es pareja, en sus manifestaciones, a la de Mérida. Pero otros, muchos lugares, quizás por falta de contacto con la ciudad de origen de la Santa, o el ya sugerido desinterés, interesado, han ido relegando a la mártir en su devoción y recuerdo, a favor de otros santos o vírgenes, a pesar de ser esta la patrona titular.¿ Pero cuál fue el motivo por el que la niña emeritense se convirtió en la primera Patrona de Hispania e incluso de Francia? Hay que reconocer que santos niños los hubo en la persecución de Diocleciano, entre ellos, los Santos Justo y Pastor, ejecutados en Alcalá de Henares, de 7 y 9 años, cuya fama también traspasó la ciudad, ( la calle donde viví, durante años, en Valencia, se llamaba Justo y Pastor). Sin embargo ningún otro martirio prendió con la misma fuerza que la de la santa emeritense. El atrevimiento de enfrentarse al gobernador, pudiéndose haber librado del martirio marchándose como hizo su familia, o camprando un “libelo” como hizo el obispo emeritense Marcial, y su elocuencia que le valió el nombre de Eu-lalia, “la bien hablada”, compuesto por dos palabras griegas, cuya lengua era signo de cultura en aquellos momentos, y el ser Mérida una metrópoli a la que llegaban viajeros de todas partes, hizo que la hazaña de una niña, de doce o trece años, como recuerda el poeta aragonés Aurelio Prudencio Clemente (348-410 d.C.) en su Himno el Peristéphanon; “Había vivido doce inviernos”, se divulgara por todos los confines del Imperio, narrando las hazañas de esta muchacha. No es de extrañar que surgieran iglesias y pueblos dedicados a su memoria, conmemorando esta resistencia a renunciar al cristianismo. Y su nombre y figura, apareciera como un símbolo de resistencia cristiana ante la invasión musulmana. Según nos cuenta Bernabé Moreno de Vargas, en el s. XVII, refiriéndose a lo narrado por Ambrosio de Morales. “El cual dice que el rey D. Pelayo alcanzó esta celestial victoria por haber llamado en su ayuda a la insigne mártir Santa Eulalia de Mérida” Y “comenzó la restauración de España e invocó por patrona de ella a Santa Eulalia”.
¿Es la misma que la de Barcelona? Pese a lo que el diccionario Espasa, afirma, dedicándole varias páginas a la de Barcelona y despachando a la de Mérida con el siguiente escueto comentario: No hay que (confundir) santa Eulalia de Mérida con la de Barcelona, sino al contrario; por eso se hizo más necesario reivindicar los datos históricos relativos a la virgen y mártir Barcelonesa”. Sin embargo pese al escritor, no son demasiado fiables todos estos datos, comenzando con errores de bulto cuando afirma;”Los calendarios mozárabes de los siglos VI y V…distinguen claramente dos vírgenes Eulalias”. No hay que ser muy ducho en Historia de España, para saber, que los mozárabes son los cristianos que vivieron en los territorios invadidos por los musulmanes, y estos llegaron en el 711, siglo VIII, así es que difícilmente pudieron hacer manuscrito alguno en el S.VI.
El abad Quirico, que luego sería obispo de Barcelona y de Toledo, asiste a los concilios de Toledo y percibe la enorme devoción y difusión de la mártir emeritense. Ante esto quiere potenciar su diócesis con una mártir que le dé prestigio, y teniendo como base el Himno de Prudencio, hace un Himno, en el que da a conocer la existencia de una Eulalia Barcelonesa, que evidentemente sufre los mismos martirios y en el mismo tiempo, de la que señala su sepultura, que atraerá fieles y dinero; Fulget hic honor sepulcri , “Brilla en este lugar la estima ( el prestigio, fama…) del sepulcro”,
En el mes de Septiembre, este año comienza el 21, se celebra en Mérida el Trecenario, en la Basílica que se levantó sobre su tumba. Multitudinaria celebración para recordar los trece martirios que sufrió la Santa. ¿Tantos?
Tras las persecuciones de Diocleciano, surgió en Numidia (la actual Argelia) un grupo religioso que fue denominado, inicialmente, Iglesia de los Mártires ,y posteriormente donatistas por su líder Donato, elegido obispo en el 312. Su idea de la importancia del martirio hizo que la abundancia de los sufridos por los mártires, acabara dando caché al mártir, no era de recibo, pues, que una Santa de la importancia de Eulalia no tuviera una nómina de castigos de lo más cruel y numerosa para demostrar su valor en el martirio, pero todo esto ya es otra larga e interesante historia, que quizás algún día aborde.