Al hilo del anuncio del concurso público para publicidad en la línea aérea de Extremadura, que no es otra cosa que una subvención directa, pero encubierta, a esta modalidad de transporte en nuestra Comunidad, no se aprende nunca, ni parecen querer aprender, ni nuevas políticas, ni nuevas ideas, sólo comportamientos repetitivos en la seguridad de lo ya ensayado pero desgraciadamente fracasado.
De nada vale la experiencia de años anteriores, con la Diputación de Badajoz, con la Junta de Extremadura, con el Gobierno de Extremadura y con 35 años de ejercicio, la solución no es otra que la de aportar dinero a un sistema de movilidad que es deficitario, no porque sea así estructuralmente, sino por no pararse nadie a pensar, reflexivamente, en cuales tienen que ser las medidas de acompañamiento que hagan del transporte aéreo una actividad económicamente atractiva, que además suponga un beneficio social.
En la Junta de Extremadura, en la Consejería competente, en la Dirección General que gestiona el asunto alguien tendrá capacidad para establecer planificaciones con criterios lógicos y organización, utilizando el método comparativo con sistemas de transportes similares, así como las infraestructuras que los soportan, para llegar a conclusiones y elaborar un plan de actuación a corto, medio y largo plazo.
Antes de empeñar el dinero público, que viene de los impuestos que todos los ciudadanos pagan por cierto, habrá que pensar que se acometerán estas actuaciones y si la administración no tiene medios humanos, profesionales o materiales puede y debe contratarlos externamente antes de dar otros pasos, saber de dónde se sale para saber a dónde ir.
Habrá que analizar todos los aspectos, comunicaciones terrestres, posibilidades de la terminal, intermodalidad de los sistemas de transportes, rentabilización del uso civil de una base aérea militar, formas de recuperar la carga de mercancías y cuantas cuestiones sean técnicamente recomendadas por los expertos, que por cierto algunos han ofrecido sus servicios.
Nada de esto parece haberse preparado, la prudencia invita a esperar a tener lo anterior, la precipitación por tener otra vez avión nos lleva a obrar ligeramente, para dentro de unos meses asistir a otro fracaso y al consiguiente cruce de inútiles acusaciones políticas. El extremo de la ligereza nos lleva a mantener el denominado aeródromo de Cáceres, un aeropuerto quiso el anterior Consejero del ramo en su pueblo, cuando es una infraestructura inútil, solo de vuelo diurno y sin capacidad de gestión y crecimiento, pero seguimos gastando tiempo, procedimiento administrativo y dinero. Se ha publicado que sería suficiente comunicar mejor por carretera Cáceres con el aeropuerto para que este fuese atractivo para los cacereños, si el viaje dura 40 minutos y se implementa un servicio de transporte público, preferirán volar a Madrid desde Talavera que acometer 150 minutos de autovía a unos tediosos 120 kilómetros por hora.
Pero parece que aquí pensar pensamos poco y acudir a los expertos, aunque cobren, menos. Quizás resulten hasta más baratos a largo plazo.