Que deporte y política no deben ir de la mano es algo que la inmensa mayoría de extremeños y españoles compartimos sin ningún tipo de fisuras. El deporte es concebido como una práctica sana con las rivalidades deportivas que hacen tan interesantes las competiciones pero se convierten en una «guerra» cuando deportistas y dirigentes deportivos, utilizan la política en el deporte y en el terreno de juego.
Y eso es lo que el Barça ha permitiendo con el reparto de 30 mil banderas independentistas para lucir en las gradas del Camp Nou. El Barça es, sin lugar a dudas, el equipo deportivo que da imagen al independentismo catalán, es decir, el Barça y sus miembros, apoyan los insultos que los nacionalistas catalanes han vertido sobre los extremeños y sobre el resto de España.
Se apoyan en la libertad de expresión para justificar otro ataque más a España, sin darse cuenta que el Barça tiene millones de aficionados en todo el país. Y es ahí donde quiero hacer hincapié, en la falta de dignidad que el ser humano llega a tener cuando se habla de deporte. Los aficionados del Barça en Extremadura, deberían alzar la voz y decirles a los independentistas que el deporte debe estar al margen de la política.
No entiendo como es posible que a estas alturas, mientras en Cataluña los barcelonistas se identifican con los insultos a los niños extremeños y a los trabajadores del campo de Extremadura y apoyan esos insultos y faltas de respeto, en Extremadrua, los extremeños, seguimos aplaudiendo a estos nergúmenos que a estas alturas de la película, ningún respeto merecen.
Los barcelonistas se «cagan» en nuestra tierra, en nuestros niños y en nuestros mayores; se oponen a que Extremadura avance y aquí se les aplaude. Y sí, todos y cada uno de los aficionados del Barça en Extremadura lo apoya. ¿Por qué?. Pues porque el Barça hoy es cómplice de un acto en contra de España y de los extremeños al apoyar y permitir que 30 mil banderas y voces griten en contra de España.
Y si no es así, ya están tardando las peñas barcelonistas y el resto de aficionados extremeños en alzar la voz y defender a su gente y a su tierra; esas a las que los aficionados del Barça en Cataluña, no respetan e insultan.
Cuando todo esto ocurre, el aficionado extremeño, ya no como extremeño sino como persona, permite que le pisen toda su dignidad.