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REVESZ, EL PERIODISTA QUE VINO DE HUNGRIA

OPINIÓN
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[Img #47562]Tuve la suerte de conocer a un personaje fascinante, el periodista húngaro Andrés Revesz, entre zíngaro y violinista sobre los tejados europeos de posguerra, físicamente parecido a Bertrand Russell y al músico Rubinstein, políglota – hablaba siete idiomas – y espía en el Madrid bélico. Révész supera cualquier imaginación calenturienta. La primera vez que conocí Abc, fue gracias a él, en 1965;  y compartiríamos, con él, una larga charla, Eugenio Nasarre y yo. Estábamos ante un ser excepcional. Revesz no cabe en un retrato literario de un par de folios, no. Tras este personaje habitaba un mundo increíble: hablaba siete idiomas, se carteaba con Alfonso XIII, era jefe de Internacional en las páginas de Abc, amigo de diplomáticos, entrevistaría, entre otros personajes, a Mussolini y a Enstein. Révész era un ser incunable con un catalejo mágico: adivinaría el futuro de Alemania, tras la Segunda Guerra Mundial y otros muchos hechos, agraciado, además, de una memoria prodigiosa.

 

Ante un ser tan excepcional, Don Torcuato lo contrataría rápidamente para Abc. Con una memoria excepcional, Révész podría haberse hecho rico jugando a los naipes, pero no le gustaba el juego. Su vida es un pasaje fascinante por los hechos de esa época y por su memoria excepcional. Puntual, heredaría el despacho del gran editorialista Cuartero. No faltaba a las recepciones de Embajadas, frugal en sus comidas, aire de anacoreta con la finura de una abad, un espejismo de cardenal renacentista, o su gran parecido con el pianista Rubenteins, poseía, además, el don de mantener un club de fans de mujeres, vamos una especie de Elena Francis en varón y hasta mantenía un “Consultorio sentimental”. Mujeres a las que aconsejaba con remedios tan peregrinos como el nudismo, el yoga, el vegetarianismo. Una noche le preguntaría a Alfredo Marquerie: ”Dígame:¿Cuántas veces hace el amor con su mujer?”. Y, enfurecido, Marquerie le lanzó un tintero que pudo matarlo, pero no acertó.

 

Révész cuidaba, meticulosamente, su alimentación. Exótico y estrafalario, practica gimnasia nada más levantarse y tiene fórmulas mágicas para la longevidad. A ello contribuiría, además, su fiel sirvienta María Cruz – como la de Balzac -, a la que le haría un homenaje con un grupo de amigos y amigas. Qué personaje: la noche de una gran nevada en Madrid y la policía lo detiene al verle corriendo, casi desnudo y descalzo por las aceras… O aquella otra en que se marcha de la Redacción, una hora antes de lo habitual. Entonces, el redactor – jefe, Eladio Portasany le pregunta si le ocurre algo. Sin inmutarse, le responde:”Es que tengo a mi mujer de cuerpo presente”. ”¡Por Dios, Révész, márchese… Y le acompaño en el sentimiento.”

 

Para él, el mundo era una esfera escolar que le acompañaba. Así conocía a muchos e importantes políticos, entre ellos, a Presidente Truman. Políglota y genial, predijo la llegada de Hitler. Con la Censura de la época, tendría muchas discusiones.

 

Acaba de salir un libro sobre él: “Révész, un puente en la Europa dividida”, escrito por Ignacio Smolka y Fdo Díez Pérez. Aún no lo he visto, pero celebro esta mágica irrupción de la figura de un ser mágico. Así, entrará en la mortalidad de otro reino, el de los libros. No olvidéis, chicos, que el papel de vuestra exclusiva envolverá mañana el pescado.

 

 

  


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