LAS MARAVILLAS DEL SIGLO XXII

[Img #47771]Cuando mi hijo y un equipo de compañeros crearon, hace unos años, para la marca Nike, una
‘tienda’ que era capaz de ‘bailar’ al compás del movimiento de los clientes que entraban en ella y
se calzaban sus zapatillas, todos nos quedamos literalmente atónitos. La tecnología y la
creatividad la hicieron posible. Convirtiéndola en éxito. Y hasta fue expuesta como obra de arte, al
lado de otras así tipificadas.

No soy muy de Julio Verne, pero reconozco su papel en muchos de los inventos que luego hemos
manejado. Las hipótesis fundamentadas sobre las ciudades del futuro me entusiasman. Cada día,
cuando voy al trabajo, tropiezo con infinidad de vehículos en las calles y rondas de la ciudad:
186.000 desplazamientos diarios, según el estudio de un medio. De ellos, un 56,3% en vehículos
privados. Apenas un 10% realizados en transporte público. No hay forma, los cacereños aman a
sus coches por encima de otras cosas y la compra de la vivienda en zonas ligeramente apartadas
del centro no ayuda en la sensibilización en pro de un menor uso del automóvil. Nos dicen los
sabios que en un futuro no tan lejano, todo esto no será así, porque podrán racionalizarse los
vehículos y las velocidades y el caminar 100 o 200 metros hasta el lugar de trabajo volverá a ser
habitual. El exceso de tráfico empieza a ser un problema grave en la ordenación de las grandes
urbes modernas. Por no hablar del exceso de emisiones de gases.

[Img #47770]A mí me gusta contarle a mis alumnos que el desarrollo de los pueblos tiene que ver con su
necesidad de conseguir una mejor forma de vida. Desde tiempos inmemoriales los humanos han
buscado los mejores entornos para instalar sus asentamientos. Durante 200 años una naturaleza
exuberante ha ocupado un papel clave en la recolocación de las metrópolis. Luego, el cambio
climático, la elevación de las aguas, y el aumento de huracanes y tsunamis ha traído consigo un
mayor cuidado a la hora de planificar la ubicación de nuevos núcleos de población. Los antiguos
no eran tontos, desde luego.

Para cuando llegue el año 2150 la gestión de los residuos, de las energías renovables, e incluso
del agua, serán asuntos cruciales en el desenvolvimiento de las ciudades. Cuentan los cronistas
que Madrid, fue elegida como capital de España, no sólo por encontrarse situada en el medio
geográfico, sino porque médicos de la época observaron que la dentadura de sus habitantes era
mucho más sana que la de los moradores de otros lugares de España, y que los madrileños, en
1500, vivían más tiempo. Lo que relacionaron con la existencia de la sierra cercana y sus
cualidades (nos lo cuenta el arquitecto Iñaki Ábalos en ‘Así pasen cien años’).

[Img #47772]No se trata de tener que elegir entre edificios con robots, o casitas en el campo con botijo y
quinqué. Sino de equilibrar. Como en la obra «El médico a palos» puede que tengamos que
aprender a golpes las reglas de la moderación. La pregunta es si lo haremos cuando ya la
situación se haya vuelto irreversible, por la presión de los intereses industriales, pero también por
esa cultura de la comodidad que todos (de momento) disfrutamos.

Explican los expertos que en un siglo habrá multitud de cambios aunque la calidad de vida siga
siendo el objetivo. Otras serán las formas de uso de la energía, la adaptación de los propios
edificios, el tamaño de la vivienda, la utilización del material en función de las necesidades. Como
en una película de ciencia- ficción, los nuevos materiales se moverán en un entorno mucho más
biotecnológico pues sometidos a una acción externa (radiación solar, humedad, etc) podrán
desarrollar ellos solos distintas formas, sin necesidad de moldes o ensamblajes. Materiales que
‘sabiendo’ leer el clima se transformarán dependiendo de que sea invierno o verano. Maravilloso.