La falta de credibilidad de los grandes partidos políticos pone de manifiesto el desapego de la ciudadanía hacia ellos y a pesar de todo mantienen el tipo, pero después de estas elecciones, algunos tendrán que hacer una profunda lectura de autocrítica y una profunda regeneración si no quieren acabar en un futuro como partidos «residuales».
Y es que en política como en otros aspectos de la vida, los partidos se ganan a pulso la antipatía, la pérdida de seguidores y por ende, la pérdida de votos con acciones contrarias a sus programas electorales o a sus ideas de base. Prueba de ello es sin duda el gran mazazo que el PSOE recibió en las elecciones de 2011. Fue el mejor ejemplo para poner de manifiesto que la ciudadanía ya no aguanta y no quiere mantener a políticos que lo que hacen es asfixiar a los que menos tienen para que ellos sigan con sus privilegios.
Y es que en resumidas cuentas, hasta la fecha, la actual democracia ha traído un bienestar que hay que reconocer, pero eso no lo es todo. También cabe recordar que, en todo caso, ningún partido político regala nada a los ciudadanos.
Los logros en nuestra sociedad son logros colectivos; de la ciudadanía, de los que luchan desde asociaciones, ONG’s… De los que sin pedir nada a cambio trabajan sin ánimo de lucro y empeñan parte de su vida y esfuerzo a trabajar por conseguir derechos y mejor calidad de vida para todos. Por eso me produce un profundo malestar cada vez que escucho aquello de: «gracias a nosotros…»; «nosotros logramos…»; «sin nosotros no hubiera sido posible…»… Y así una interminable retaíla de frases con contenidos vanidosos, arrogantes y altivos.
Los ciudadanos siempre lucharon por tener más derechos y libertades: sanidad pública, educación pública, trabajo digno, vivienda digna, cubrir necesidades básicas, igualdad de género, libertad sexual, libertad religiosa, libre asociacionismo y un sinfín de logros. Y los ciudadanos jamás lucharon por perder derechos y libertades, ni tampoco lucharon para que se crearan leyes encaminadas a dar más poder a los bancos y multinacionales en detrimento de la propia vida de la ciudadanía. Tampoco lucharon para que los políticos tengan privilegios ni sueldos millonarios. Por eso, el próximo domingo la ciudadanía votará con la cabeza más que con el corazón.
Dijo Julio Anguita en mayo de 2015 que hay que votar al político honrado aunque sea de extrema derecha y no al ladrón aunque tenga la hoz y el martillo.