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¿QUÉ ES EL REY PARA LOS ESPAÑOLES? por Antonio Serradilla

OPINIÓN
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En general la monarquía vive apartada de la sociedad española o cuando menos tiene una insuficiente presencia en el aparato institucional y administrativo de la misma. Digo esto no con sentido político de preferencia, primero por entender que la Corona, a diferencia de las Presidencias de las Repúblicas, está al margen de la legítima pugna de las ideologías, de la competición política.

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Lo digo porque la primera institución de un Estado, sea la que sea, tiene que tener unos recursos presenciales que le permitan ser una constante en la vida social de la nación, como referencia, símbolo y representación de la misma, papeles que si me permito decir, cumple con mayor calado la Corona que un Presidente, salvo en aquellos países como Francia, Rusia o los propios Estados Unidos de América, donde los sistemas republicanos han adoptado todo el protocolo, simbología y parafernalia que rodea a los reyes tradicionales.

 

La educación en estas materias y la persistencia en  los valores y virtudes de los sistemas de representación institucional, el mantenimiento de las formas y la determinación de formas de comportamientos, del protocolo, refuerzan la identidad constitucional, los valores y principios plasmados en la Carta Magna y la referencia corporativa de la marca país de cualquier nación. Nada de ello está reñido con la libertad, con la democracia, con el sistema más amplio de independencia personal o colectiva, bien lo saben británicos o norteamericanos, o en Estonia, donde quitar la bandera de la popa de una embarcación de recreo es un delito penal.

 

Reforzando todo esto, reforzamos todo lo demás, que es sustancialmente importante. Los símbolos, la representación, el protocolo y las formas son un complemento importante y decisivo del fondo de las cuestiones. Por eso se deben ampliar estas campañas, por eso la presencia de la Real Familia, nuestro mejor y mayor símbolo, debe ser evidenciada en todas sus actividades momentos y lugares, no por lo que significa en sí mismo, sino por lo que representa y simboliza, que no es otra cosa que los VALORES ENCARNADOS EN EL PATRIOTISMO CONSTITUCIONAL.

 

Se terminó el relativizar todo, acudir a donde se debe sin corbata es tan “demodé” como acudir con ella a donde no se debe. Representar la soberanía nacional o la autonomía regional en un parlamento en camiseta o en pantalón corto es de una falta de respeto a los representados, propia de quien no sabe la alta misión que tiene asignada. Desde Su Majestad el Rey, hasta el último concejal del municipio más pequeño de España, todos tienen asignada una función simbólica y representativa, unas de mayor grado, otras de menos, unas de origen electoral directo, otras por mandato de la constitución y de las leyes, todos con un mandato democrático originado en una decisión soberana del pueblo. Ignorar esta alta función es un error, dado que en nada está reñida ideología alguna con el protocolo que rodea la simbología representativa.

 

Es curioso pero aquellos que desprecian todo esto, seguramente por ignorancia, no dejan de arreglarse para ir a una boda, casarse ellos mismos o simplemente ir a ver a su madre, a mi me gustaría que pensasen en que la falta de tacto que no se permiten con sus más próximos, si se la permiten con los ciudadanos a los que representan y algunos, sin llegar a sentirnos ofendidos, no ofende quien quiere, si que nos sentimos molestos y algo envidiosos de otros comportamientos, querría yo ver una camiseta en el Congreso o en el Senado de los Estados Unidos de América o de la Federación Rusa.

 

 


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