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El mismo día en que echó a andar la II República Española se convocaba una sesión de urgencia en la casa consistorial del lugar.  El alcalde, Fausto Casas Gutiérrez, daba cuenta de que “se ha proclamado la República en nuestra querida Nación”.  El secretario del Ayuntamiento levantó acta: “La Corporación Municipal, rebosante de alegría al tener conocimiento de tan agradable noticia, puesta de pie, saludó respetuosamente a la Bandera Roja, dando repetidas vivas a la República y a sus colaboradores, ordenando que inmediatamente sea colocada repetida bandera en la torre de este Ayuntamiento y la nueva Bandera Nacional en el balcón central de esta Casa Consistorial, en señal de triunfo, quedando adherida incondicionalmente al Gobierno Nacional Republicano”.  Tres días más tarde, el 17 de abril de 1931, toman posesión los concejales electos: Lorenzo Corrales Sánchez, Teodoro Clemente Barroso, Ángel Montero Montero, Gregorio Sánchez Esteban, Isidro Alonso Pinero, Nicolás Barroso Montero, Juan Gutiérrez Esteban y Eduardo Montero Sánchez.  El alcalde, que siempre fue conocido por Ti Fautu Cásah, hijo de Ti Florentino Casas García y de Ti Adelaida Gutiérrez Sánchez, levantó la sesión gritando “¡Viva la Libertad!” y “¡Viva la República!”  El día 24 de mayo de 1931 acordaron por unanimidad adherirse al comité del Partido Republicano Radical Socialista creado en la localidad.

 

     Ti Fausto Casas había venido a este achatado planeta en la festividad de San Baldomero y San Exuperio, un 19 de noviembre de 1892.  Era el tercer hijo de los siete (seis varones y una hembra) que tuvieron sus padres.  Su abuelo paterno, Valerio Casas Hernández era perito agrónomo y procedía del pueblo vallisoletano de Hinojal del Campo, de donde también era su abuela Gervasia García Sánchez.  No sabemos las razones por las que vinieron a parar a estos terrenos, pero la firma del perito se estampa muchos años como juez de paz de la población.  Relatan que Ti Fausto no tenía pelos en la lengua y defendía furibundamente sus ideales.  En cierta ocasión, harto ya de las infamias de los elementos monárquicos, clericales y de derechas del lugar y de que le vapuleara desde el púlpito de la iglesia parroquial un predicador que solía venir de vez en vez por el pueblo, irrumpió un día festivo en el templo y cortó en seco el sermón del clérigo.  Se subió en un banco, dirigió su fulminante mirada hacia el púlpito y, tal y como me contaba Leandro García Rodríguez (Ti Aleandru “Botón”), que  fuera concejal del Frente Popular, rajó como nunca lo había hecho: “Oigan tóh los filigrésih y uhté el primeru, señol cura: no voy a callal pol máh tiempo y, cumu tengu fama de hablal sin que me ehtorbi ná en la lengua, voh digu que loh míuh y yo no vámuh a toleral pol máh tiempo que uhté y ótruh cumu uhté andin un día sí y al otru tamién poniéndunuh a ehcurril en la iglesia, en lah tabérnah, en lah resolánah y en ótruh múchuh sítiuh.  Bien creu que el sacal la lengua de bureu y ponel al prójimu a caldu, andandu con trafúllah y ehparramandu calúmnias y mentírah, no se lo enseñan en el catecíhmu ni  creu que Jesucrihtu  tampocu lo enseñara.  Nusótruh no vámuh a dejal de sel republicánuh y socialíhtah polque uhté y loh súyuh lo digan.  Asín que bien voh lo adviertu: o se corta de raí tó esi gaboleu y dejáih de levantal cuéntuh y de envenenal al pueblu o voh cai encima tó el pesu de la ley y la juhticia.  Y con ehtu  ehtá tó dichu; asina que ya voh podéih il atentandu la chaqueta”.  Y Ti Fausto se quedó más ancho que pancho.

 

     Al pan, pan y al vino, vino, como dice el antiguo refranero.  La verdad es siempre revolucionaria.  Y la franqueza.  Ambas son auténticos gritos que a unos despierta y a otros ofende.  Eso es lo que ahora ocurrido con las palabras de Pablo Iglesias Turrión, el de Podemos, cuando ha alborotado todo el gallinero de la derecha y del PSOE al rechazar, en el Congreso, la investidura de Pedro Sánchez Pérez-Castejón, el pregonero o recadero de los barones y mandamases pesoístas, tan vendidos a los mercados y tan enamorados de ese grupo que se hace llamar Ciudadanos, de pasado ultra y xenófobo.  Bien dice aquel otro refrán que “no hay peor cuña que la de la misma madera”.  Y cuando la cuña de la elocuente oratoria del líder de Podemos, cargada de dinamita socializante, se ha incrustado en los oídos de gente que, en teoría, dice ser de izquierdas (no en la praxis del día a día), ha generado un terremoto de profunda potencia.  Me permito decir muy alto y claro que no incluyo en esta gente a cientos de militantes de base del PSOE, muchos de ellos amigos míos, los cuales siguen creyendo a pie juntillas en el socialismo de corte republicano y que aguantan carros y carretas que hacen desbocar gavillas de dirigentes que rinden pleitesía al Ibex-35, a la troika europea y a una socialdemocracia que se ha convertido en muleta del neoliberalismo y conservadurismo del Viejo Continente.

 

     “Digamos la verdad y que se avergüence el demonio”, decían los clásicos.  Ti Fausto Casas, alcalde responsablemente republicano, siempre fue con la verdad por delante y fue capaz de ruborizar a los diablos que un clérigo trabucaire y sus feligreses (gente de la llamada “de ley y de orden”) tenían metidos en sus cuerpos.  Pablo Iglesias Turrión, mal que les pese a los que, sin mandato democrático, mueven los hilos tras bastidores y a sus lacayos surgidos de las urnas, desde una óptica claramente de izquierdas ha sabido llamar al pan, pan, y al vino, vino.  Nada de rodeos ni lenguajes alambicados.  Nada de vender mierda embalada en atractivos y multicolores cajones.  Nada de hipócritas juegos de palabras que nos recuerdan aquella frase del jefe indio Thathanka Iyothanka (“Toro Sentado”): “hombre blanco hablar con lengua de serpiente”.  Lógicamente, los que se pican y se sienten aludidos, se rasgarán las vestiduras y criminalizarán y acusarán a Pablo de haberles escupido en la cara con sus palabras.  Algunos tienen mala memoria y no quieren ya ni acordarse de los enfervorizados y enfurecidos ataques a la oligarquía de Felipe González Márquez, a quien muchos dedos índices señalan como el “Señor X de los GAL” (nadie lo ha desmentido aún) y del que se “sienten orgullosos” algunos pese su currículum de converso y de haberse transformado en una figura patética del PSOE.  Y a Felipe se le pueden sumar otros, como aquel Alfonso Guerra González, de puntiaguda y afilada lengua, que amamantó a toda la grey de los llamados “guerristas”.  Todos ellos solo ven las motas en los ojos ajenos y no las vigas que tienen atravesadas en los suyos.  Las verdades del barquero que Pablo Iglesias les ha cantado a esos pesoístas, que no socialistas, son las que están en la calle, las que cantan raperos y rockeros e incendian desde hace tiempo las redes sociales. 

 

     Un proverbio chino afirma que “el principio de la sabiduría consiste en llamar a las cosas por su verdadero nombre”.  Los que han engordado con la política y han traicionado sus principios y sus filosofías no quieren que al pan se le llame pan y al vino se le llame vino.  Por ello, utilizan a sus machacas para que suelten retahílas de verborreas cargadas de eufemismos, como esa del “mestizaje” entre la derecha y la izquierda.  Un mestizaje con cromosomas genéticamente dañados solo puede dar a luz criaturas llenas de taras y de enfermedades incurables.  O aquello otro de la “centralidad”, que no encubre otra cosa que un maloliente gatopardismo: “si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”.  Enclenque reformismo que blinda a los todopoderosos y que deja a las clases populares sin el menor atisbo de esperanza.  ¿Acaso está la patria en peligro y el alcalde de Móstoles ha aconsejado una coalición de la descafeinada socialdemocracia española con esa derecha tan moderna y tan “educada” y tan bien hablada o callada?  ¡Ojo!, que el refranero también nos dice aquello de “guárdate de hombre que no habla y de can que no ladra”.

 

     Los potentes oligopolios periodísticos y otros medios audiovisuales al servicio de los de arriba ya se han puesto en funcionamiento.  Hay que parar como sea la rebelión democrática de la gente, no siendo que tomen la Bastilla y despeguen de sus mullidos asientos las posaderas de los politicastros y el pueblo sepa que no han usado papel higiénico en todos estos años.  Hay que machacar a Podemos y verter calumnia tras calumnia, insistiendo en sus relaciones con grupos terroristas, en su financiación por los bolivarianos de Venezuela, por los ayatolás iraníes o por el oro de Moscú, el que se llevaron los rusos cuando la guerra civil española.  ¡Cuánta mentira, cuánto trilero, cuánto cinismo y cuánta hipocresía!  A Ti Fausto Casas Gutiérrez, el nieto materno de Ti Juan Claudio Gutiérrez Cabezalí y de Ti Zoila Sánchez Montero, le gustaba agarrar al toro por los cuernos.  Seguro que él nunca oyó hablar del filósofo austriaco Karl Popper.  Pablo Iglesias puede que sí.  Ambos hicieron buena la reflexión de tan meritorio filósofo: “Conviene que combatan las ideas, para que no tengan que combatir las personas”.  Ti Fausto no pudo evitar una guerra civil porque los golpistas no admiten más ideas que las suyas, pero como honesto militante que fue del Partido Republicano Radical Socialista, se fue tranquilo y con la misión cumplida cuando la enlutada y flaquiseca parca vino a buscarle el día de San Isarno y San Anatolio.  Celebraba el pueblo la efeméride del “Crihtu Vieju”.  Era el 24 de septiembre de 1970.  Murió sin remordimientos de conciencia.  ¿Podrán decir otros lo mismo?

     


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