El Señor Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Plasencia ha tenido una legislatura entera con mayoría absoluta para negociar una solución a un problema que no era suyo: La expropiación de las huertas de Plasencia. Cuatro años que son 48 meses. No lo hizo. Apostó, como todos sus antecesores al triunfo de la administración municipal sobre unos ciudadanos, personas físicas o jurídicas, que han defendido honesta, civilizada y correctamente sus derechos como ciudadanos conforme a la ley. Y han ganado. Y están en su derecho de cobrar su dinero, que es suyo por culpa del Ayuntamiento, o concretamente de los gestores del ayuntamiento, los políticos que aprobaron las actuaciones y los funcionarios o contratados que las informaron.
El Señor Alcalde Presidente de Plasencia lleva meses intentando ganar en la presión social lo que pretendió ha perdido en los tribunales, casi cinco años de pleito son sólo suyos. No ha dudado en tachar a honestos ciudadanos de insaciables y algunas otras perlas, a lo que estos Señores, y lo digo en mayúscula porque lo son, no sólo no han entrado, siquiera se han dado por aludidos, en un gesto de rectitud y caballerosidad. Los tribunales de justicia están para acudir a ellos cuando en derecho alguien considera perjudicados los suyos como les ha pasado a estos honorables ciudadanos a los que se ha acusado de la ruina de la ciudad en una responsabilidad que es de otros.
Pero ahora parece querer solucionar el problema con un afán recaudatorio que es más parecido a una cacería que otra cosa. Les ha pasado a placentinos y a no placentinos en el aparcamiento municipal precisamente sito en uno de los solares expropiados a los honestos hortelanos. Ese aparcamiento, bien resuelto por la anterior alcaldesa por cierto, es gratuito y no tiene vigilancia y determinados días de la semana se pone de bote en bote como consecuencia de un buen acceso, buna planificación y gran capacidad. Los ingenuos conductores sabiéndose dentro del recinto y cuando no quedan espacios ocupan otros no señalizados o las zonas marcadas con cebrados, no hablamos de las plazas de minusválidos en azul o los pasos de cebra, sino de espacios no marcados como aparcamientos, zonas muertas de los carriles o zonas de expansión de otras. En ese momento, en ese lleno absoluto aparece la policía municipal y se dedica a “clavar” a todo el que pisa una línea de más a razón de 200,00 euros por vehículos, en un recinto interior y sin que en ningún caso los estacionamientos impidan la circulación, ocupen los pasos de cebras o hablemos de plazas azules de minusválidos. Un cálculo conservador puede ser el de unas 30 ó 40 multas por día a razón de un par de días a la semana, teniendo en cuenta que muchos de los perjudicados pagarán con la reducción del 50% aún le quedan al Ayuntamiento de Plasencia unos ocho o nueve mil euros semanales de recaudación en coto de caza seguro, dado que las presas están desprevenidas y confiadas. No parecen formas para amortizar la deuda y menos el uso de las fuerzas de orden público municipal como instrumento para ello. Mal asunto.
Francisco Morales Herrero, especialista en análisis crítico sobre política social y solidaria.