Ya es firme que tendremos nuevas elecciones. Este martes, el Presidente del Congreso de los Diputados ha comunicado en Palacio al Rey Felipe VI el fin del plazo y este ha firmado el Real Decreto de Disolución de Las Cortes Generales. Dicho lo cual, veremos qué pasa a partir de ahora y hasta que pasen los pertinentes cincuenta y cuatro días has que lleguemos al ¿ ansiado? 26 de junio, fecha de las próximas elecciones generales.
Después de 40 años de democracia occidental en el marco constitucional de la Monarquía Parlamentaria, es curioso pero existe un espacio común entre los ciudadanos que podrían votar o militar indistintamente al PSOE o al PP, como ocurre en toda Europa. En las encuestas últimas, el 12% de los votantes del PP se definen como de izquierda o centro izquierda y el 9% de los votantes del PSOE como de derecha o centro derecha. Es un colchón intermedio de un 21%, un espacio importante que no han sabido interpretar dichos partidos, dado que lo que se les ha pedido es el acuerdo para hacer reformas, no la exclusión del uno por el otro.
El Partido Popular tiene sus sensibilidades como el PSOE, el primero cuenta con liberal conservadores, demócratas cristianos y socialdemócratas. Aderezado con sentimientos centralistas o federalistas, monárquicos o republicanos, se puede hacer el cuadro de posibilidades. El PSOE cuenta con marxistas, socialdemócratas y demócratas cristianos, con los mismos aditamentos. Cuando imperan los extremos de ambas formaciones, se descompone el centro izquierda – centro – centro derecha y aparecen fenómenos como Ciudadanos. Cuando imperan las políticas muy de derechas en gobiernos del Partido Popular aparecen fenómenos como Podemos. Todo eso lo hemos vivido ya.
Pero precisamente está Podemos, , más de cinco millones de votos en las pasadas elecciones del 20D, cuyo pacto con IU – casi un millón de votos – es incuestionable, se siente, se siente, porque su objetivo es el sorpasso al PSOE y si éste se produce, el cambio político en España será inevitable, dado como está el panorama de las elecciones, el hastío de los ciudadanos y la evidente pluralidad entre las fuerzas existentes. No va a haber, entonces, lugar a conmoción alguna, por lo que siendo así, en el otoño próximo caerá en el suelo patrio para gestionar este país, el pretendido gobierno de izquierdas, frustrado en los últimos meses por la inoperancia de las gestiones y negociaciones habidas.
El 26 de junio, por tanto, ni es una segunda vuelta de las elecciones generales, ni es un trámite más a seguir. Después de seis meses sin estabilidad política, abulia y dejadez en el gobierno en funciones, enredos entre los partidos políticos, y un marcado marasmo social – no digamos la decadencia económica con el déficit y Europa agobiando a todos- ya sabemos de qué va el asunto. ¿Habremos aprendido la lección, quienes pretenden gobernarnos modificarán sus estrategias, cambiarán sus listas, modificarán sus programas, o veremos más de los mismo?
El 26 de junio no puede ser otra oportunidad perdida. España y sobre todo, los españoles tenemos una vez más la palabra y la decisión con nuestro voto.