Este año, la llegada del 14 de abril, proclamación de la Segunda República española, fue recordada como un paraíso perdido por algunos partidos de izquierda.
Con frecuencia la historia es tan manipulada, que más parece, en boca de algunos, un cuento de los hermanos Grimm, que la narración de unos acontecimientos que han sucedido.
Para empezar, la República, no tiene por qué ser de izquierdas. La portada y el tono del libro “El niño republicano” que conservo en mi biblioteca, escrito por el catalán Joaquín Seró Sabaté, en 1932, para escolares, bien podría ser por su tono “neutro” considerado de derechas. Es más, tras un intenso debate Parlamentario, debido a la represión de Casas Viejas, Azaña dimitió, se disolvió el Parlamento, y en las elecciones de noviembre de 1933, ganaron los de Centro derecha, que gobernaron hasta las elecciones de 1936.Aunque esta situación no fue asumida por las fuerzas de izquierdas, que provocaron revoluciones tan importantes como las de Asturias, o tras la debilidad del Gobierno, la proclamación de la Independencia de Cataluña por Luis Companys. Lo que rompe esa idílica idea de una República, como paradigma del bienestar y la paz social. Para muchos historiadores, la proclamación el 14 de abril, con la salida del rey Alfonso XIII hacia el exilio, según afirmaba, para evitar una guerra civil, que cinco años más tarde acabaría produciéndose, fue un golpe de Estado, ya que las elecciones, del 12 de abril de 1931, no dieron la victoria a los Republicanos, pero sí ganaron en las principales ciudades, y proclamaron la República, colocando la bandera republicana en los balcones de los Ayuntamientos. Las manifestaciones de entusiasmo por el cambio, aconsejaron al Rey su exilio. Esta bandera fue adoptada, por decreto, el 27 de abril “El Gobierno provisional acoge la espontánea demostración de la voluntad popular, que ya no es deseo, sino hecho consumado, y la sanciona. En todos los edificios públicos ondea la bandera tricolor. La han saludado las fuerzas de mar y tierra de la República” E institucionalizada en la Constitución de 1931 ; “La bandera de la República española es roja, amarilla y morada”
El tema de la bandera, que si algún día se proclama la República, querré como propia, tiene bemoles. Fue considerada alternativa a la rojigualda, porque la identificaban como borbónica. En realidad el color morado, en la idea de los que la adoptaron, era un reconocimiento a Castilla, mientras que los colores rojo y amarillo, representaría a la Corona de Aragón.
¿Porqué morado, cuando el color de Castilla era el rojo? Se dice, resumiendo, que fue adoptado por aquellos que vieron el pendón de los Comuneros ; “. La referencia al pendón surge, por una parte, de las enseñas de los comuneros erigidos en la conocida como Guerra de las Comunidades de Castilla contra el rey Carlos I entre 1520 y 1521, las que, sin embargo, según demuestran estudios, usaron cruces rojas contra las blancas imperiales, y no el color morado como emblema”
Posiblemente el color carmesí, viró, con el tiempo. decolorándose en morado, pero no cayeron en ello.
Otro de los mitos más habituales es la superioridad moral, e intelectual de los Dirigentes Republicanos frente al resto, dejemos los abandonos, de intelectuales como Ortega y Gasset, o Gregorio Marañón. Ortega cuenta como su apoyo a la República se cambió por el exilio voluntario, cuando fue obligado por varios individuos que se personaron armados en su domicilio, para que firmara su adhesión a ella. Cierto es que personajes como el extremeño de Oliva de la Frontera, Timoteo Pérez Rubio, salvó muchas obras de arte del Museo del Prado organizando su salida, hacia Suiza, y sin duda hubo grandes intelectuales y artistas, que tras el triunfo franquista sufrieron persecución o incluso fueron fusilados. Pero centrémonos, en algo que no se ha divulgado nunca, el expolio de las monedas de oro de nuestros Museos, algunas de un valor incalculable por su antigüedad histórica, reducidas a simples lingotes de oro para que les sirviera para tener un aceptable “pasar ” en el exilio a dirigentes Republicanos, cuando partían para el exilio, tal como se explica en un largo y detallado estudio, que produce un sonrojo y vergüenza considerable; “EL EXPOLIO DE LAS MONEDAS DEL MUSEO NACIONAL EN LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA,” Publicado en el Boletín de la Real Academia Española, y que cualquiera puede descargarse de Internet. En el que sus autores muestran su extrañeza de que tal hecho haya tenido tan poca difusión.
Y es que pretender mitificar algo, lo que se traduce en “superar la realidad” falsificándola, para elevarla a unos niveles de superioridad, casi sagrada, y pretender colocarla como ejemplo a seguir, es desconocer la realidad humana, mostrar una incultura histórica, en quienes lo hacen, o esconder unas aviesas intenciones, para destruir unos valores que nos hacen estar unidos y entre los que se encuentra un sentimiento de identidad nacional.