Ya vuelve el ruedo de Las Ventas a convertirse en un redondel donde se oficia el rito y el mito del toreo, donde algunos como Antoñete: “Veían a los toreros como a dioses”, y “hontanar de felicidad para el mayor números de españoles”, según Ortega y Gasset, “planeta de los toros”, como decía Díaz –Cañabate, con quien compartiría vecindad tipográfica en las páginas abecedarias. Quizás el espectador no repare en el significado de cuanto ocurre en ese hontanar de olés y verónicas, donde yace un rico y sugerente anagrama de símbolos. Todo un libro he dedicado a esa visión mágica y simbólica, por donde han dejado un lienzo al aire o una franela al arte, esos dioses menores, que abren el portón y el capote, donde el hombre se transforma “en un dios menor” como Belmonte, por ejemplo, cuando de ese cuerpo pequeño y desgarbado, emanaba un arte, único con la muerte entre los rayos de la tarde. “Yo quiero ser grande, fuerte y poderoso, un héroe”. Así, en la gloria lorquiana de las cinco de la tarde, entiendo que Antonio Bienvenida me dijera: “Que el torero es un superhombre”. O que Simón Casas: “Un Rimbaud – poeta maldito -, un iluminado adolescente”. Y con Luis Miguel o con Domingo Dominguín entráramos en terrenos míticos, máxime tras el “Verano sangriento”.
Ellos son los héroes en unas horas, con la dificultad de serlo, como diría Juan Belmonte y la traición como le ocurriera a “Joselito”, Manolete y tantos y tantos, la “mariposa” de Lalanda, constante juego, la afirmación de la vida sobre la muerte, el juego con ella. El sol y la sombra como símbolos sociales, el sol, el mejor torero para Hemingway o lo que significa el triunfo sobre las tinieblas y la muerte; el tres el número de la organización…En el toreo lo que significa ese guarismo… El toro, símbolo de la fuerza creadora o el “sacrificio del toro” para Jung. Y lo que podríamos decir del mito, el rito y el símbolo o la connotación erótica del toreo o como me confesaría Antonio Ordóñez: “Para el torero, el toro es la música “o es preciso ese miedo”, que me diría Pepe Luis Vázquez….
Tendré que abreviar esta faena, pues es prolija y esconde misterio. Todo un libro he escrito sobre el: hombre / animal, esa relación. ”El toreo: una visión inédita”, que, al fin y al cabo, no es más que examinar el misterio de la corrida. Para ello, gocé con las palabras y los sentimientos de los protagonistas, salvo el toro, naturalmente. Cerraba así un capítulo de mi vida, como parte de la crítica en el entonces diario de la calle Serrano, el verdadero Abc como dice Anson.
Esa cara oculta, el misterio que brota sobre la arena, el rito y el mito, el rostro por donde pulula la muerte, el juego entre el torero y el toro, la religiosidad… Cuanto gozo, cuantas palabras hasta una noche bajo la luna, con Fernando Phala, en ese viaje a los toros del fado. No trato, por supuesto, de vender el libro, que está agotadísimo. Únicamente pretendo sugerir el gran misterio entre el hombre y el toro. ¡Qué misterio! En el mismo futbol brota, en tono menor. Y qué decir de las mujeres. Doña Angustias, la madre de “Manolete”, decía: “Cuando toreaba mi hijo, yo también toreaba con él”. Estos es amor de madre.
Juan Antonio Pérez Mateos, escritor y periodista.
P.D. Ejerció la crítica taurina con Cañabate y Zabala en el diario:”Abc”. El libro sobre “EL TOREO: Una visión inédita”, editado por Alianza, ya es libro de culto; está agotado.