“¡QUE PAIS, MIQUELARENA, QUE PAIS!”

[Img #51044]Tras despertar, ante “la oración laica de mañana”, como definía Hegel a los periódicos, mapamundi de papel, redondas y cursivas, títulos e informaciones, que, hace años, el papel de periódico envolvía, además, el pescado, a esa hora, en que desayunamos con el diario, cuando vemos el mundo en redondas y cursivas – ahora en los digitales -. Al despertar la mañana, si es que nos canta el ruiseñor, cuando desayunamos, que el mundo se convierte en el misterio de cada día y las noticias pasan ante nuestra retina con las grandezas y las miserias del hombre, en esos momentos del extraño microscopio del universo, entre penas y alegrías, la vieja piel de Iberia, con sus miserias y sus grandezas, avergonzados, sin duda, de la condición humana, gracias Malraux…, el olor a podrido, recuerdo, en ocasiones, en “el vicio nacional”- así llamaba Marañón al diario de la calle Serrano -, “Abc” ahora en otros lares, son tantos y tantos los recuerdos, las citas y personajes que han pasado por la calle de Serrano 61, gente de leyenda, lista de reyes de papel, de la oración laica de la mañana, de raros e incunables, viejos redactores de leyenda, la yegua que paseaba un empleado, en la trasera de Serrano 61 – entonces con raíles de tranvía -, el genial Andrés Revez, húngaro y de prodigiosa memoria, la historia de cada día en las linotipias….

 

Y los de otras épocas, todos ellos con la noticia en sus manos, ese papel, el del pescado, no olvides, muchacho, que envolverán el pescado de mañana. Ya todo ello en el color sepia de las hemerotecas – el otro día nos reunimos varios “abecedarios” en la clásica y vieja Redacción de la calle Serrano, con el toque andaluz de Don Torcuato, en el recuerdo y el muy lejano olor a tinta y papel -.

 

Pues en la vieja Redacción, donde pasaría muchas horas Jacinto Miquelarena y tantos otros redactores…. Miquelarena y Pedro Mourlane Michelena conversaban, en la Estación del Norte. Ambos charlaban en el andén. Miquelarena estaba asomado a la ventanilla. Entonces, de una ventanilla del tren se asomó un coronel que ordenó a un soldado:”¡Corre a la cantina y que te den una guindilla picante.” Naturalmente, el soldado empezó a correr y se detuvo al oír al coronel que vociferaba: ”¡Eh, pero que pique mucho, porque si no, te la voy a meter por el culo.” En ese momento, nacía una frase que se haría muy popular. Pedro Mourlane, dirigiéndose a su amigo, alzó la cabeza y pronunció una frase, que se convertiría muy popular:”¡Qué país, Miquelarena, qué país!”.

 

El día 11 de agosto del año 1962 llega a la redacción de Abc la noticia de la muerte de Miquelarena. El entonces director del diario, Luis Calvo llama esa noche a “Cándido” – Carlos Luis Álvarez, que estaba de redactor – jefe -. “¿Novedades?”, preguntó Luis Calvo. “Miquelarena se ha caído al metro en París.” Un breve silencio… Todo esto es muy raro. Trataré de averiguar lo que pasó…”