Yo no sé mucho de algunas cosas, pero lo que sí, lo sé. Y una de ellas es que un mensaje no
debe, necesariamente, ser positivo para que haga su efecto, incluso puede no contener verdad
alguna y ser creíble. De ahí los comportamientos inquisitoriales. Ejemplos, multitud.
En un mundo tan icónico cómo el de ahora, las imágenes juegan un papel importantísimo en las
emociones. Y en la forma de mostrarlas. Es como si el cerebro humano se hubiera retrotraído al
mundo de los niños que, como saben, necesitan de la manipulación y el roce para entender los
conceptos. Del esquema o de la gráfica.
Cuando un grupo humano está desmotivado es difícil predecir si el miedo hará mella en él para
que se motive. Porque cuando alguien ha decidido no comprar un producto, o comprarlo por
encima de cualquier advertencia, se necesitan argumentos de peso para que cambie de idea. Y
buenos vendedores. Y no sé si existen.
Desde luego yo no puedo adivinar lo que va a ocurrir en estas elecciones, no tengo una bola
mágica, pero lo que percibo en la calle es tristeza o desinterés. Y rabia. Por esto, por aquello…por
lo otro. Y es profunda la huella de tantos…
Entre las muchas cosas como este tiempo agónico nos ha quitado, hay una que depende sólo de
nosotros y que no debiéramos dejarnos arrebatar por nadie: la honradez de pensamiento de uno
consigo mismo y con sus congéneres. A diferencia de lo que algunos pudieran creer ha sido el
respeto al hombre, a todos los hombres, la guía de algunas de las máximas transformadoras de la
Humanidad. No las reglas de un determinado discurso, por igualitario que parezca. La igualdad y
fraternidad de la Revolución Francesa nos trajo a los postulados de convivencia actuales; la
Constitución de Cádiz, a otras normas democráticas básicas; la resistencia pasiva de Gandhi, a un
nuevo concepto de liberación de un país. «Cuando se falta a un hombre se falta a todos los
hombres» -dice el dicho- y sin duda es cierto pues el respeto propio al ser humano se pierde al
perdérselo en uno sólo de los casos. Parece que fue Montesquieu el que afirmó que «Cualquier
injusticia contra una sola persona, representa una amenaza para todas las demás».
Por eso, creo firmemente que un tiempo electoral debiera servir a unos para dejar claro lo que
pueden hacer al respecto por la dignidad de sus convecinos, y a otros a no vender, por cuatro
monedas, su voto, conscientes de su dignidad como seres humanos, libres y autónomos. Si esta
fuera la norma, todo lo demás vendría por añadidura: la vivienda, la sanidad, la educación, las
pensiones…
Mención especial merece el capítulo de las mujeres: ese sector al que en las etapas electorales
miran los partidos políticos con mucha mayor atención, pues significan por su número y sus
características un nicho importante de posibles votos.
«¿Por qué envejecen más tarde las mujeres en España? – preguntaron un día a Luis Rojas
Marcos- » .
«Porque las mujeres españolas hablan mucho»- respondió el insigne psiquiatra e investigador.
Yo también lo creo. Sin duda, la intercomunicación mantiene la mente ágil y la actividad
productiva. Aunque se cumplan años, evidentemente. Allá donde hay una conferencia, un
concierto, una librería…allá van las mujeres, con viveza, con curiosidad. Construyendo, aún sin ser
demasiado conscientes, una reserva cognitiva para posibles deterioros. Pues usen, amigas, todas
esas destrezas y habilidades contra los cantos de sirena que por todas partes abundan.