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LAS ESTATUAS DE FRANCISCO PIZARRO

OPINIÓN
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[Img #52021]En el Libro de Actas del Ayuntamiento de Trujillo con fecha 14 de abril de 1890 el concejal don Anselmo Blázquez pide se constituya una comisión para levantar un monumento a Francisco Pizarro. El señor de la Pelilla comentó que era más económico poner a las calles el nombre de los conquistadores y no se volvió a hablar más del asunto.

 

Ya en el año 1892, con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América por Cristóbal Colón, la ciudad de Trujillo comenzó los trámites para la erección de una estatua a Francisco Pizarro. Con motivo de los actos organizados en tal efeméride, el municipio trujillano envió a Huelva una representación. Allí, uno de sus representantes, don Anselmo Blázquez Pedraza, notario de Trujillo, lanzó la idea del citado monumento al conquistador trujillano más importante, apoyado por don Jacinto de Orellana-Pizarro, Marqués de la Conquista; don Prudencio Fernández de la Pelilla; don Andrés Secos de Vargas, incluso esta idea fue apoyada por Cánovas del Castillo. Pero pasaron los años y no se llevó a cabo. Los iniciadores de esta brillante idea fueron falleciendo.

En el año 1912, siendo alcalde don José Núñez Secos, retomó la idea animado por el Comandante militar de la Plaza Sr. Estévez y por el sacerdote e historiador don Clodoaldo Naranjo, creándose una comisión para organizar un festival para los primeros ingresos. La Comisión Ejecutiva fue la siguiente:

 

Presidente don José Núñez Seco, Alcalde.

Vicepresidente, Juan Terrones López.

Contador depositario, José Salazar Núñez.

Secretario, Aurelia Torremocha López-Domínguez.

Vocales, Manuel Esteve Comandante militar.

Clodoaldo Naranjo, presbítero.

 

Antonio Orellana y los directores de La Opinión, El Eco de Trujillo, Dioclecio Mediavilla, José Damián Terrones, Antonio Guerra, Manuel García, Juan Fernández[1].

 

A esta iniciativa se sumó don Jacinto de Orellana-Pizarro y Abecia, Marqués de Albayda, ofreciendo la cantidad de 5.000 pesetas para encabezar una suscripción popular llegando a reunir 8.000 pesetas, cantidad insuficiente para la construcción de la estatua y un pedestal de la elevase. Se llegó a construir una maqueta en la que se representaba a Francisco Pizarro no ha caballo sino que con un estándar de la mano. A finales del año 1924 entra en escena la Sra. Mary Harriman viuda de escultor norteamericano Charles Carey Rumsey[2], que ofreció la idea de regalar la estatua había esculpido su marido a Trujillo. El alcalde de Trujillo don José Núñez junto con don Juan Terrones viajaron a Madrid para reunirse con el duque de Alba, que era amigo del citado matrimonio norteamericano. Se reunieron en el palacio de Liria con el citado duque, y les acompañaron don José Ortega y Gasset que sería el encargado de redactar un texto lapidario que sigue situado en el pedestal. El Sr. Rumsey había fallecido en 1922 y su esposa se encargó de cumplir la voluntad de su marido: que Trujillo tuviera una estatua a Francisco Pizarro[3].

 

Los trujillanos acogieron muy bien la idea de erigir un monumento a su conquistador más importante. También el gobierno se mostró propicio y el Marqués de Magaz dio toda clase de facilidades en la aduana. Mary Harriman visitó Trujillo y fue muy bien recibida por las autoridades competentes. Ofreció costear todo lo referente al emplazamiento de las actuales encargó del proyecto el arquitecto don Pedro Muguruza y el artista Benlliure que propusieron la instalación del monumento en el Campillo, a lo cual la Sra. Harriman no accedió pues era su deseo que la estatua fuese instalada en la Plaza Mayor. El Sr. Muguruza presentó varios proyectos para instalarla en el centro de la Plaza, pero había que quitar el pilar; al final se decidió ubicar la estatua donde se encuentra la actualidad.

 

El 18 de marzo de 1927 llegan a Trujillo dos camiones con el boceto de escayola de la estatua de Pizarro. El maestro carpintero trujillano Sr. Cancho hará un basamento de madera provisional para montar la estatua[4]. En la tarde del domingo llegó a Trujillo el Sr. Muguruza arquitecto encargado de la estatua de Pizarro con el Sr. Mario de Zayas apoderado en París de Mrs. Mari Rumsey, acompañados del alcalde don José Núñez y del arquitecto local don José López Munera, don Félix Álvarez y don Juan Terrones estuvieron en la Plaza Mayor y acordaron donde se pondría la estatua que estaba en París, en compañía de 150 obras en una exposición del Sr. Rumsey que finalizaba en junio. Se pensó inaugurar la estatua en octubre de 1927, pero al final la inauguración de la estatua será en el mes de junio de 1929. Pesa 6.500 kilos es de dos piezas, una que forma el caballo y medio cuerpo del jinete hasta la cintura, y la otra el resto. El monumento es de piedra del berrocal y de la Sierra de Santa Cruz, mide de altura 5 x 2 m de frente y 3,50 de fondo[5],

 

El monumento fue inaugurado el 9 junio 1929[6] descubren a la estatua la Sra. Harriman en presencia de autoridades civiles como militares y eclesiásticas, asistiendo don Miguel Primo de Rivera y en representación de S. M. el Rey lo hicieron S.S. A.A. reales doña Beatriz y don Alfonso de Orleans[7]. Por tanto, la estatua fue esculpida por don Carlos Rumsey y donada por su viuda María Harriman. Es de bronce que por costear, costeó hasta el pedestal y su instalación. Hecho que queda inmortalizado en la inscripción que figura en la parte trasera del pedestal de la estatua en una inscripción grabada en la piedra de Novelda en la que se puede leer:

«Carlos Rumsey de New York labró la estatua. La señora Rumsey la donó a la ciudad de Trujillo, 1927».

 

Inscripción en la que llama poderosamente la atención la españolización del nombre del escultor (Charles por Carlos), no así en cambio, el de la ciudad que le vio nacer (Nueva York). A los costados las armas de los Pizarro.

 

A Mari Harriman se la nombró hija adoptiva de Trujillo y don José Ordóñez Valdés profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid redactó el pergamino que se la regaló, el texto dice:

 

[Img #52022]“Trujillo, Ciudad Española de la provincia de Cáceres y cuna del célebre Conquistador Francisco Pizarro, interpretando los sentimientos de estimación y gratitud de todo el vecindario, ante el espléndido obsequio recibido de la respetable dama americana Mrs. Mari Harriman viuda de Mr. Charles Rumsey con la erección de un magnífico monumento para perpetuar la memoria de aquel. Ha acordado nombrar a dicha Sra. hija adoptiva de Trujillo y hacerlo así constar documentalmente para ofrecer a la generosa donante un testimonio de la alta consideración que merece a la ciudad agradecida. Y el cumplimiento de lo acordado se extiende el presente Título que firman los miembros de la Corporación Municipal”.

 

En Lima existe otro monumento semejante. Es una de las tres realizadas con el mismo molde por las manos sabias del escultor norteamericano Charles Cary Rumsey (1879-1922). En 1935, una copia fue obsequiada al Perú por la viuda de Rumsey. La estatua estuvo primero ubicada frente a la Catedral de Lima. En el año 1952, siendo alcalde de Lima Luis Dibós, se efectuó traslado de la estatua del atrio de la catedral  la Plaza Pizarro, solar aledaño a la Plaza de Armas, por decisión del Presidente de la República, el general Manuel Odriá[8]; y finalmente, el sábado 26 abril del año 2003 se retiró la estatua y fue a parar a unos almacenes, hasta que el 19 octubre del 2004  fue trasladada al Parque de La Muralla, próximo a la casa de gobierno en el Centro de Lima, orillas del río Rímac[9]. Y una tercera estatua se admira en la ciudad norteamericana de Buffalo, ciudad natal de su autor, en la entrada al Museo Albright Knox. La estatua fue realizada para la Panama Pacific Exposition celebrada en San Francisco en 1915 con motivo de la apertura del Canal de Panamá, donde acompañaba a otra de Hernán Cortés.

 

Por lo que se refiere a la afición del escultor hacia el motivo, poco tiene de particular: su padre era un experto admirador de la conquista y evangelización españolas de América, admiración que, como se ve, no halló ninguna dificultad para transmitir al hijo. Que se trate de una extraordinaria estatua ecuestre tampoco debe extrañar a nadie, siendo como era Rumsey reputado jugador de polo, y en consecuencia, muy familiarizado con el mundo ecuestre. Fueron realizadas mediante el procedimiento de la cera perdida: la escultura se realiza en cera que proporciona el modelo a partir del cual se realiza el definitivo ejemplar en hierro o bronce.

 

La estatua de Lima, fue inaugurada el 18 de enero de 1935, con ocasión de la celebración del IV Centenario de la fundación de la ciudad y fue donada para la ocasión por la viuda del escultor Mary Harriman. Y conoce bien los trastornos de un traslado, pues ya en 1952 fue desplazada de su emplazamiento original delante de la extraordinaria catedral limeña, magnífico ejemplar del mejor renacimiento, plateresco y barroco españoles, para ocupar aquél del que la ha desplazado ahora este Sr. Castañeda

 

 

[1]  La Opinión, nº 441 de 1 de junio de 1916.  La Opinión, nº 892 de 22 de enero de 1925.

[2] Nació en Búffalo, Nueva York, en el año 1879. Hijo de un rico empresario que consiguió una importante fortuna en los negocios de ferrocarriles. Viajó a París en compañía de sus padres en el año 1893, entrando la escuela de arte del prestigioso escultor norteamericano Paul Weyland. Regresó a Búffalo y al terminar la secundaria, ingresó Harvard donde se graduó en el año 1902. Regresó de nuevo a Francia ingresando en la Ecole des Beaux-Arts de París. Durante la Primera Guerra Mundial fue capitán, tenía fama de ser unos mejores jinetes y Jugadores de polo de Norteamérica. Se casó con Mary Harriman, hija de uno de los magnates de los ferrocarriles, más importantes de los Estados Unidos. El 21 de septiembre de 1922 falleció en un accidente de tráfico.  HYT 22 de septiembre de 1922; WP, 2 de enero de 1914.

[3] NÚÑEZ, 1993.

[4] La Opinión,  nº 1005 de 24 de marzo de 1927.

[5] La Opinión, nº 1012 de 12 mayo de 1927. 

[6] La Opinión, nº 1018 de 23 de junio de 1927.

[7] Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores (Lima). Delegación del Perú en España, enero-junio, 1929, número 129, “Inauguración Monumento Francisco Pizarro”, Madrid 12 de junio de 1929.

[8] Los diarios limeños no vieron con agrado el traslado de la estatua. La Prensa (27 de julio de 1952, p. 2) y El Comercio (27de  julio 1952, p. 3) hicieron notar su desagrado.

[9] VARÓN, 2006, pp. 217-236.


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