YO, EL BALON O LA PELOTITA; LA QUE ARMO FU – HI

Nunca me imaginaría yo – os habla un balón normal – que iba a entretener a la Humanidad, en el rectángulo de hierba de un campo de futbol; y que, en torno a mí, iban a girar las emociones del mundo mundial, las frustraciones propias de los hombres, hasta una visión psicoanalista, el campo – el agro – las redes, la portería, once pares de botas contra otros once, que, aunque afirmen que el futbol nació en Inglaterra – “¡Hay que ganar a la pérfida Albón!”- nacimos de los chinos; sí, de los chinos, así, como suena, allá en el siglo IV y  – Fu – Hi – nos convertiría en esa “pelotita” diversión del Mundo Mundial – que hasta tenemos nuestro Mundial -; quien iba a decírselo a Fu –Hi. Pues sí, así de sencillo – esto si es una revolución -, que hemos sustituido al pan y circo por esos once pares de botas frente a otros once. Quién me iba a decir balón o pelota – esférico, incluso – qué nos haríamos dueños del mundo… La que armó Fu Hi y, como un gato, todo un sueño de balón, qué riqueza, cuánto dinero movemos. Además, somos modelitos: de aquel baloncito de cuero a este otro, qué barbaridad.

 

Gracias a mí, baloncito de niños y jugadores millonarios, los campos de futbol de España y el mundo mundial, acaban de abrir sus tapices verdes de hierba para que os desfoguéis, os abracéis unos con otros, saltéis, en fin, de alegría… Y a gozar con vuestro equipo, más allá de pasar el rato. Qué rivalidades, que hasta me siento en la corte de vuestros desahogos.

 

¡Qué temporada me espera! Cada año el invento de Fu – Hi abre nuevos horizontes, cómo corre el dinero, las pasiones, fichajes, las estrellas rutilantes, lo que escondemos, que se lo digan, además, a  los psiquiatras y psicólogos. Qué poder.

 

Acaba de alzarse el telón y empiezan las emociones, el ¡uyyy!, si entramos o no pasada la rayita de cal, el árbitro, los líneas, las taquicardias, el delirio y la frustración. Tú hacías un recuadro, “Saque de esquina”, en el Abc verdadero, el de Anson, viendo ese otro rostro de “los once pares de botas”, angustias, tacos, nervios hasta rozar el infarto. Qué poder tenemos. Qué habría sido del Mundo Mundial sin esa ocurrencia de Fu – Hi. Menudo invento y nosotros – el balón o la pelota, qué más nos da -. Ah, el esférico – qué cursis – sobre la hierba cuadrangular de esos campos, volcán de pasiones. ¡Ay si levantara la cabeza aquel chino! Eso sí es una revolución y no la de Mao. Que gane vuestro equipo y, por ahí andamos, por esos campos de Dios, votando, “lamiendo el poste”, si entramos o no traspasada la raya. ¡Vaya la que armó Fu – Hi!.