CUALQUIERA QUE SE ENALTECE, SERÁ HUMILLADO; Y EL QUE SE HUMILLA, SERÁ ENALTECIDO

[Img #53164]Por mucho que sean, las que encabezan el artículo, palabras de Cristo, y que tanto S. Lucas como S. Mateo, las escriban, sólo estoy de acuerdo con la primera parte. En este país nuestro, al que se humilla, le pisan la cabeza, no lo enaltecen. Por cierto la frase del título la he sacado de la Biblia de Casiodoro de Reina, el primero que la  tradujo al castellano, y que es  el libro de referencia para muchos protestantes. ¿Y por qué ese interés en citar a este personaje de prestigio mundial? Pues, porque era extremeño, nacido en Montemolín, en cuyo pueblo, por lo que he visto en su callejero, no  le tienen dedicada ni una mísera calleja que recuerde a tan importante personaje, y hasta es posible, que desconozcan la existencia del mismo.

 

Fernando Díaz Plaja, en su libro “El español y los siete pecados capitales” sentó a “lo español” en el sillón del psicoanalista e hizo una acertada disección. Al pecado de soberbia, le dedica bastantes páginas. “No hay “nosotros” en español, sino “YO”. Y creo que esta frase y la segunda parte de las palabras de Jesucristo, nos pueden dar una pauta para entender el por qué  nos tratamos tan mal históricamente, a nosotros mismos, y por qué tenemos la costumbre de ensuciar  las hazañas y hechos grandiosos, en los que hemos participado como nación, como si esperáramos que al humillarnos, alguien se apresurará a ensalzarnos, cuando lo que han hecho, durante siglos, ha sido utilizar esos argumentos para humillarnos más todavía. El mismo Casiodoro de Reina, tuvo que escapar de un lugar a otro perseguido por Calvino, o los protestantes de Inglaterra, siendo testigo y víctima de la represión de la  “Inquisición protestante”, sin embargo el primer libro que se escribió contra la Inquisición española, salió de su pluma “Algunas artes de la Santa Inquisición española,” publicado en Heidelberg en 1567.

 

Me han dado vergüenza ajena, las referencias el día 12 de octubre, por parte de algunos al  supuesto genocidio español en Hispanoamérica. El fin de semana pasado en un restaurante de la playa, de las diez personas que había trabajando, cocineros y camareros, siete tenían rasgos evidentes de indígenas sudamericanos, o sea que “contra facta non argumenta” contra los hechos, sobra los argumentos. Sin embargo los ingleses, sí que planificaron el genocidio de los indígenas del actual Estados Unidos, como se puede ver por la documentación del momento, en el que lo comentan, no sólo sin el menor rubor sino como ejemplo de efectividad, consiguiendo eliminar sin necesidad de entrar en combate,  a las tribus de indios. En 1763, Lord Amherst, en una carta al coronel Bouquet, comandante de las fuerzas inglesas en Pensilvania, le escribe: “¿No habrá una manera de infectar a las tribus revoltosas con viruela?” Bouquet respondió: “Procuraré inocularles la enfermedad con mantas que les haré llegar por casualidad…Tomaré precauciones para no contagiarme…”  Bouquet ordenó al capitán Ecuyer que citara a los jefes indios de la tribu delaware en el fuerte Pitt.  El 24 de junio, le regaló a los indios  -“como símbolo de nuestro aprecio”-  mantas infectadas de viruela. Por el contagio, se produjo  una gran mortandad entre las tribus de los shawnee, de los delaware y de los mingo. El territorio lo tenían libre, sin necesidad de pegar un solo tiro.

 

Si nosotros hubiéramos hecho esa monstruosidad, no nos lo habríamos perdonado, y lo sacaríamos una y otra vez en todos los libros  de historia, y los buenistas de siempre lo repetirían sin parar. Sin embargo de no haber quedado documentación, y ha quedado  porque lo consideraron una argucia de guerra, de la que enorgullecerse, jamás nos hubiéramos enterado.

 

Pero seguimos igual, pensando, que porque nos humillemos seremos ensalzados. O creo que seamos tan tontos, es que debe ir en nuestro ADN.