La plaza, nuestra feria, sus tardes de toros anunciadas por doquier, el tapeo, el bullicio del ferial, las tertulias y muchas ilusiones de cacereños paseando entre perfiles femeninos en primavera.
Sin saber, entre todos, definimos un ambiente singular y alegre de esta ciudad en fiestas, que pudiera ser réplica vibrante del perfil equilibrado que muestra nuestra ciudad monumental.
En otras épocas, al aficionado a los toros, yo era uno de ellos, de economía escasa, nos retraíamos de acudir a los toros por falta de liquidez en nuestros vacios bolsillos, por lo tanto no podíamos “retratarnos” en la taquilla para adquirir un billete. Nos quedaba el consuelo de presenciar la entrada y salida del festejo, satisfaciendo una pizca del aroma y del ambiente de este espectáculo.
A la puerta de arrastre, allí íbamos los tristes desahuciados de la taquillas a instalarnos junto a la puerta de caballos, para ver llegar el gentío, gran profusión de coches, bellas mujeres con el mantón de Manila, los picadores, un alguacilillo arrogante sobre parsimonioso corcel de estudiadas andaduras. ( se llamaba Sandalio). Quince minutos antes de dar comienzo la corrida, por fin, el coche de los toreros.
Se oyen los clarines. Palmoteo, música, clamores de ovación, estridencia de protesta, olés. ¡Como se divierten¡. Nosotros pasábamos el rato viendo “colarse” a unos golfetes, que gateaban diestramente sobre la pared próxima a los corrales de chiqueros.
Terminada la corrida, nada hemos gastado, pero algo sabemos de la fiesta celebrada y además descendemos con importancia calle Margallo abajo, con las manos en los bolsillos, con el empaque de potentado que ha sabido gastarse unos cuantos duros en la entrada,
¡ Lastima de aquellos tiempos ¡
NOTA.- Esperemos que nuestro Ayuntamiento, dueño y señor del coso taurino cacereño, levante el castigo a que hemos estado sometidos la amplia afición a los toros, durante el curso que acaba de finalizar. Que haga las cosas bien y podamos asistir a nuestro espectáculo favorito. Amén.
Miren ustedes, ahora que económicamente me puedo sacar la entrada,¡ qué mala suerte es la mía!