Hijo de la radio – “aquí radio Andorra, emisora de los valles de Andorra”, la voz de Lidia nos acariciaba el oído y Radio España Independiente nos informaba, políticamente, de España. Un día, desde esos micrófonos, informarían que los “grises” me habían herido y, posteriormente, detenido en los sótanos de la DGS, Puerta del Sol y el Comisario Yagüe, sin embargo, me pondría en libertad: ejercía el periodismo y, al entrar en el calabozo, llevaba la cabeza vendada. En la Redacción de “Abc”, me recibirían como “un héroe”, mientras mí familia se enteraba del suceso, a través de las ondas de Radio España Independiente. Era corriente pagar un tributo – la libertad, nada menos – por la irracionalidad de un Régimen frente a la cordura de la libertad. Una simple huelga de estudiantes y, quizás, unos obreros en Marconi. En esos tiempos, la “tele” ya entraba en algunas casas, estupefactos moradores de un avance prodigioso, que alegraba los nocturnos sin Chopin y “estar al día”, mostrárnoslo como quien nos enseña el globo del mundo. Soy, pues, un hijo entre dos épocas: de un siglo a la revolución tecnológica.
Ante sus ojos, los nazis ya tenían la “fonovisión” y el poder de Telefunken. Para ser exactos, en junio de 1948, muchas retinas se abrirían ante la magia de la “tele” en Montjuic y, en agosto, en el madrileño Círculo de Bellas Artes, se veía una corrida de toros, en la monumental de Barcelona. La magia de la imagen se abría a los ojos más incrédulos. El ministro de Información y Turismo, Arias – Salgado, el 28 de octubre, en el Círculo Madrileño, “día de Cristo Rey, a quien ha sido dotado de todo poder en los Cielos y en la Tierra inauguran los nuevos equipos y estudios de la T.E.”
España se abría a una nueva era, la digital, seiscientos televisores y su coste, 25.000 pesetas. Parecía mágico que las alas de una imagen se posaran, como un pajarito, en nuestras retinas. Empezaba, pues, la gran revolución. Yo vería la tele, por primera vez, en un pueblo portugués. Y, muchos años después, trabajaría en los estudios de Paseo de La Habana, ensayo general de ese nacimiento. Desde entonces, la imagen y el hombre se han fundido en un flechazo visual. Recuerdo los primeros partidos de futbol, cerca de mis pagos, la andadura mágica en una Extremadura abierta al desarrollo, en los predios donde brotaban los versos de Gabriel y Galán, en un Guijo lírico, donde el vate abría sus manos como los campesinos y llovían versos sobre el ánimo humano, y los mirlos llevaban los sonetos en las alas o los dejaban a las golondrinas en la ermita del Cristu Benditu y, desde el balcón de su casa, en la plaza de Guijo de Granadilla, he derramado palabras como un juglar lirico entre vencejos y golondrinas, en la llama alegre de unos rayos de sol, joven juglar, que muchas horas mías han discurrido entre encinas y jaras, un coro de aves y huellas en el camino.
Hasta Guijo de Granadilla había que ir, hace años, para soñar con los once pares de botas del Madrid en la caja mágica de la tele, cuando el mundo iniciaba un nuevo Renacimiento, entre esas soledades y los sueños de la lejanía… El eco de la “Bien paga” y, especialmente, la caja mágica y la voz de la cantante, cántala: ”La televisión / pronto llegará /yo te cantaré y tu me verás”. TVE acaba de cumplir sesenta años, ayer cuando nuestras retinas se incorporarían a un nuevo mundo.