Oí el otro día a una señora, en un programa de radio, hablando de lo sexista que era el lenguaje español. Puede que algo de razón no le faltara, el lenguaje no es algo abstracto, sino sólo el reflejo de una sociedad, pero de ahí a llamar antifeminista a la Rae, va un buen trecho. Quizás sirva como confirmación a lo dicho el que algunas cosas habituales, tienen una gran cantidad de palabras que las definen e infinidad de sinónimos, mientras que otras deben tener un nombre, pero o lo desconocemos o sabemos que nuestro interlocutor no sabrá lo que decimos y las describimos.Cierto es que la sociedad ha estado dominada por los hombres relegando a un segundo plano a las mujeres ( En noviembre saldrá un libro denominado El sexo-alegal, del que soy autor, que refleja esta situación durante todos los tiempos ), pero parece que algunas olvidaron la lección de gramática que hablaba de los géneros. Mi vieja enciclopedia Álvarez, de cuando el negocio editorial de los libros de texto no tenía tanta importancia y heredábamos los libros de nuestros hermanos mayores, decía que los géneros de las palabras eran:
Masculino: Varones, animales macho y cosas que llevan delante la palabra “el”. (El balón)
Femenino; Mujeres, animales hembra y cosas que llevan delante la palabra “la”. ( La comba)
Neutro: Adjetivos tomados sustantivamente que puedan llevar la palabra “lo”. (Lo útil)
Común: Nombres de personas con una sola terminación que puedan llevar delante diferente artículo: (El mártir y la mártir).
Epiceno: Nombres de animales que tienen la misma terminación y artículo para ambos géneros: (La perdiz)
Ambiguos: Nombres de cosas que se pueden usar como masculinos o como femeninos: (El mar y la mar. El juez y la juez).
Buscarle al lenguaje connotaciones machistas, salvo en alguna palabra, indica que, o bien desean manipularlo para el apuntalamiento de unos argumentos dudosos y siempre tendenciosos, (haciendo precisamente lo contrario de lo que quieren denunciar) o lo más probable es que el día que tocaba esa lección, hicieron novillos y no se han enterado de que nuestro idioma es algo más que un ideario reivindicativo.
Pues precisamente en la categoría «Ambiguo» en donde se centra el feminismo. Porque en el ejemplo tenemos un ambiguo «juez» y existe jueza. Y tenemos un ambiguo fiscal cuando perfectamente existe, porque existe, fiscala. Hubo un tiempo en que había un ambiguo médico (el médico de cabecera/la médico de cabecera) y ahora nadie se sorprende si digo que fui a ver a mi médica. Como tampoco si digo cirujana.
Aunque el feminismo va de «algo más» que tratar de apuntalar falacias con argumentos como que el lenguaje sea machista.
El lenguaje es algo que cambia con la sociedad y yo no puedo tratar de hablar hoy como lo haría mi abuelo. El feminismo busca la igualdad como objetivo: igualdad real y efectiva. Visibilizar en igualdad de condiciones a hombres y mujeres. Sólo que los hombres lo tienen algo más fácil para conseguirlo. Permítame una pregunta.
Imagine a 20 profesionales dedicados a la asistencia en partos, diez hombres y diez mujeres. ¿Cree que a ellos les parecería correcto escuchar «Fui a consulta con el comadrona»?. ¿Qué le parece a usted? Ilógico. Pues por eso ha aparecido el término comadrón. Pregunte por ahí a ver a cuántas personas les suena comadrón. Probablemente no muchas. Pues por el mismo motivo el feminismo aboga por eliminar cuantos más ambiguos mejor y ya del masculino genérico, ni hablamos.
Y buscamos visibilizar a las «soldadas», si se puede; y a las «músicas», igual que hay cajeros que expenden dinero y hombres que desempeñan su oficio en una caja y no se hunde el planeta.
Recuerde: lo que no se nombra, no existe.