patos y palomas

A patos y palomas

Cartas acehucheñas 

Estimados compatriotas: Os escribo, día 15 de agosto, rememorando aquellos días de antaño cuando, tal que hoy, íbamos en procesión hasta Santa María para dejar en su sitio a Nuestra Señora la Virgen del Carmen, o del Cerro, como decía don Fausto. Pero no es de la festividad estival de lo que quiere ir esta carta, sino de lo que indica el título de la misma, de ese refrán de cazadores que dice: “A patos y a palomas, aunque no comas”. No hace falta explicarlo. Pues veréis como alguna razón tiene. 

Un aciago día de invierno, de hace ya los quirios, alguien nos dijo que “el Patudo” estaba que verbeneaba de palomas, y ni cortos ni perezosos, mi entrañable amigo Virgilio Monroy, alias “Chivany” y aquí un servidor montaron en el “dianséis” y salieron pitando a darse un hartón de matar torcaces. Llegamos y no vimos ni una, pero lo peor vino cuando nos hundimos hasta las trancas tratando de sortear un charco del carril. Nos vimos negros para sacar el coche y encima, lloviendo. Volvimos al pueblo como dos sopas. 

No contentos con la hazaña, después de comer, tomando café en la taberna de tío Justo, decidimos ir con el cimbel de pato, por allí por “las Cristobas, a matar un montón de azulones de los muy abundantes que habíamos visto, días atrás, en los medios del ancho mar de la Rivera. Dejamos el coche en un saliente del terreno y bajamos hasta la orilla. Echamos el cimbel y a esperar. ¿Patos? Ni uno. Lo bueno fue luego que, queriendo dar la vuelta con el coche, nos deslizamos pendiente abajo y no nos metimos en el agua, coche y nosotros, de puro milagro. Otra vez la lluvia y no había modo de salir de aquellos andurriales. Nos entró la noche y menos mal que vio las luces Manuel y nos echó una mano para salir del embrollo.  

Al fin y a la postre, que los refranes tienen su razón: “A patos y palomas, aunque no comas”. 

Saludos cordiales.