La ciudad de Cáceres despide con pesar al doctor Gonzalo Marcos Gómez, cardiólogo del Hospital San Pedro de Alcántara, fallecido a los 62 años tras una enfermedad. Su humanidad, su entrega profesional y su compromiso con la salud pública dejan una huella imborrable en la comunidad médica y entre sus pacientes.
El médico que curaba más allá del diagnóstico
Juan Preciado, 10 de junio de 2025.– No todos los médicos dejan una estela de afecto como la que ha dejado el doctor Gonzalo Marcos Gómez. En la madrugada de este martes, su corazón —el mismo que durante décadas escuchó y reparó los latidos de miles de cacereños— se detuvo en el Hospital San Pedro de Alcántara, el lugar donde trabajó incansablemente y donde también se apagó, a los 62 años, tras luchar contra una enfermedad que llevó con discreción.
El Colegio Oficial de Médicos de Cáceres, al que pertenecía con orgullo y compromiso, ha mostrado sus condolencias y lo ha recordado como un “referente” profesional y humano. Era, según sus palabras, “muy querido” por sus colegas y pacientes, y profundamente implicado en la formación de nuevos médicos.
Un compañero generoso, un médico ejemplar
Licenciado en Medicina por la Universidad de Extremadura, Gonzalo Marcos desarrolló toda su carrera en el Hospital San Pedro de Alcántara. En ese centro, donde tantos encontraron alivio a sus dolencias, se convirtió en un símbolo de rigor, cercanía y dedicación.
“Su calidad humana, su generosidad y su incansable vocación por el bienestar de sus pacientes y colegas marcaron su trayectoria”, ha subrayado la Junta de Gobierno del Colegio de Médicos. Su consulta no solo era un espacio clínico, sino también un lugar donde muchos se sintieron escuchados y acompañados.
No era raro verle implicado en actividades formativas, en congresos, o dando apoyo a los más jóvenes. Siempre con la palabra justa, el gesto tranquilo, la mirada empática. Curaba también con eso: con su manera de estar.
Cáceres pierde un latido
El vacío que deja su marcha no es solo profesional, sino profundamente humano. Las salas del hospital parecen hoy más frías sin su paso pausado, sin su saludo amable. Compañeros y pacientes comparten hoy el mismo duelo: el de haber perdido a un médico de los que no abundan, y a una persona que supo hacer de su vocación una forma de vida.
Cáceres pierde a uno de sus grandes corazones. Pero el doctor Gonzalo Marcos Gómez permanecerá en la memoria de quienes aprendieron, sanaron o simplemente vivieron mejor gracias a él. Porque hay personas que, aunque se vayan, siguen latiendo en quienes las recuerdan.