Cáceres / Badajoz, 5 de agosto.- El verano no da tregua. Este martes, la totalidad de la comunidad autónoma de Extremadura se verá sacudida por un nuevo golpe de calor, con la activación de la alerta naranja por altas temperaturas en todas las zonas, salvo en el sur de Badajoz, donde el nivel se mantiene en amarillo. La franja horaria más crítica comprenderá desde la una del mediodía hasta las nueve de la noche, según el aviso del 112 Extremadura.
Las previsiones no dejan lugar a dudas: el termómetro podría superar los 42 grados en las Vegas del Guadiana, uno de los epicentros del sofoco previsto para esta jornada. Pero el calor no se quedará ahí. Las máximas rondarán los 41 grados en comarcas como La Siberia extremeña, Barros y Serena o Tajo y Alagón, mientras que en otras zonas como la Meseta cacereña, Villuercas y Montánchez se esperan temperaturas de hasta 40 grados.
El norte de Cáceres y el sur de Badajoz, aunque bajo alerta amarilla, tampoco se librarán del castigo térmico, con máximas que podrían alcanzar los 39 grados.
Desde el Centro de Urgencias y Emergencias de Extremadura se recomienda extremar las precauciones, evitar la exposición prolongada al sol en las horas centrales del día, hidratarse frecuentemente y prestar especial atención a colectivos vulnerables como personas mayores, niños y pacientes con enfermedades crónicas. También se insiste en reducir la actividad física, utilizar ropa ligera y permanecer en espacios frescos o climatizados.
La región, que en los últimos años ha experimentado episodios cada vez más frecuentes e intensos de calor extremo, vuelve a mirar al cielo con preocupación. Y aunque el paisaje reseco se ha vuelto habitual en estas fechas, no deja de ser una postal que inquieta: campos agostados, calles desiertas a mediodía y una sensación generalizada de asfixia que obliga a reorganizar rutinas, postergar tareas y esperar —una vez más— que la sombra y el agua sean refugios suficientes.
La ola de calor no solo afecta a los termómetros, también transforma el ritmo cotidiano de los pueblos y ciudades. En Villanueva de la Serena, Ángela Rodríguez, jubilada de 72 años, se abanica a la sombra :
—«A partir de las once de la mañana ya no se puede estar en la calle. Mi nieto dice que esto parece el Sáhara pero sin camellos.»
En Almendralejo, Luis Romero, camarero, confiesa que han tenido que cambiar los horarios:
—«Abrimos más tarde porque al mediodía no viene ni el apuntador. El calor derrite hasta las ganas de caña.»
En Montánchez, donde las temperaturas también rozarán los 40 grados, Isabel Sánchez, agricultora, mira a sus cosechas con resignación:
—«Ni los árboles quieren dar sombra ya. Los pájaros no cantan, se esconden. Como nosotros.»
Y en Cáceres capital, Tomás Bueno, funcionario, comparte una reflexión que se repite entre muchos extremeños:
—«Cada verano es peor. Esto no es normal. A este paso vamos a tener que poner siestas obligatorias por decreto.»