Cientos de trabajadores reclaman negociar ya la continuidad de la central más allá de 2028
La protesta coincide con la 51ª Reunión Anual de la Sociedad Nuclear Española en la capital cacereña
4.000 empleos en juego
Unos 200 trabajadores de la Central Nuclear de Almaraz (CNA) se concentraron este miércoles a las puertas del Palacio de Congresos de Cáceres para exigir la prórroga de la vida útil de la planta más allá de 2027 y 2028, fechas previstas para el apagón de sus dos reactores.
“Estamos en la cuenta atrás”, advirtió Borja Romero, presidente del Comité de Empresa, alertando de que el cierre supondría la pérdida de unos 4.000 empleos —mil de ellos directos— y condenaría a la comarca de Campo Arañuelo a la desertización industrial.
Negociación urgente con el Gobierno
Los trabajadores instaron a las compañías propietarias —Iberdrola, Endesa y Naturgy— a que soliciten formalmente la renovación de la autorización de explotación, y reclamaron al Gobierno de España que responda a la carta enviada por las eléctricas.
También exigieron a la Junta de Extremadura que “lidere el proceso” y ponga sobre la mesa “posibles soluciones” para mantener abierta la central, que representa el 5% del PIB regional.
El futuro de la energía y la industria extremeña
El manifiesto leído durante la concentración insistió en que la continuidad de Almaraz es clave para la estabilidad del sistema eléctrico español y la atracción de nuevas inversiones estratégicas, como industrias de baterías o centros de procesamiento de datos.
Asimismo, alertaron del “agravio insoportable” que supondría una hipotética “excepción nuclear catalana” negociada en paralelo con partidos independentistas.
Lupa DEx
La lucha de los trabajadores de Almaraz no es solo una batalla laboral: es un grito de dignidad por Extremadura. La central nuclear ha sido, durante décadas, motor económico de Campo Arañuelo y garante del suministro eléctrico nacional. Su cierre sin alternativas claras condenaría a miles de familias al paro y a la región al olvido.
Mientras Europa incluye la nuclear en la “taxonomía verde” y países como Bélgica o Francia prorrogan la vida de sus reactores, España insiste en caminar hacia el apagón. ¿De verdad podemos permitirnos, en la tierra con menor industrialización del país, perder la principal fábrica de empleo de calidad?
La pregunta no es solo si Almaraz sigue o no, sino si Extremadura tendrá alguna vez la oportunidad de desarrollarse en igualdad con el resto de España.