Funerales del joven nicaragüense asesinado en una reyerta
Paco de Borja, Cáceres, 24 de septiembre de 2025.- La ciudad de Cáceres, y en especial la comunidad hispana junto a la vecindad de la Madrila Peña del Cura, se estremeció este martes en la capilla del Tanatorio San Pedro de Alcántara. Allí se ha celebrado el funeral de Jonathan Espinoza, de 25 años, asesinado el pasado domingo en plena calle, a las puertas del Hotel Alcántara, en la avenida Virgen de Guadalupe.
El templo se llenó de abatimiento y dolor. La madre del joven, Marisol Castellano, y sus hermanas fueron arropadas por familiares, compatriotas nicaragüenses, amigos, vecinos y representantes socialistas, así como por el presidente vecinal de La Madrila Peña del Cura.
No matar
El sacerdote Ángel Martín Chapinal, encargado de oficiar la ceremonia, se dirigió con especial afecto a la familia del fallecido. En su homilía subrayó la crudeza de lo sucedido, recordando que la violencia “nunca tiene justificación alguna” y deteniéndose en lo que definió como la esa maldita palabra » matar”, que ha truncado la vida de un joven querido, “lleno de proyectos y futuro”.
Camino de vuelta a Nicaragua
Los restos mortales de Jonathan serán incinerados y trasladados por su madre a Nicaragua, donde la familia y amigos le rendirán un último homenaje. “Era un chico alegre, trabajador y siempre dispuesto a ayudar”, recordaban entre sollozos sus allegados.
El dolor se mezclaba con la indignación por un suceso que ha sacudido a la capital cacereña y que aún mantiene a varios detenidos bajo investigación judicial.
Ausencias notables
En el tanatorio, no pasó desapercibida la ausencia de miembros del equipo de gobierno municipal, a pesar de que el Ayuntamiento, a través del IMAS sufraga los gastos del sepelio. Sí estuvieron presentes concejales socialistas, pero ninguna autoridad local del ejecutivo actual ha acompañado a la familia en este trance. Un vacío que no pocos asistentes comentaron entre gestos de incredulidad.
Lupa DEx
El asesinato de Jonathan ha abierto una herida difícil de cerrar en Cáceres. La ciudad se pregunta cómo es posible que una reyerta a plena luz del día termine en tragedia, y qué mecanismos de prevención fallaron para evitarlo. La comunidad hispana, en especial la nicaragüense, siente miedo y desamparo.
Más allá de condolencias oficiales, se requiere, como exige el colectivo vecinal, un Plan de Acción real y urgente en barrios sensibles como La Madrila, donde la convivencia se ve lastrada por inseguridad, botellones, reyertas y falta de control. El silencio de parte de las instituciones en el funeral refleja la distancia que aún existe entre el dolor ciudadano y quienes deberían representarlo.
Cáceres llora a Jonathan, pero también clama por una ciudad más segura, humana y comprometida con su gente.






