El Ayuntamiento de Cáceres y la Universidad de Extremadura acuerdan retrasar la entrada a tres facultades para evitar las aglomeraciones en las paradas del autobús

Cáceres necesita gestión, no propaganda

La ciudad de Cáceres no se construye con frases para titulares, ni con guerras entre tronos. Se construye con realidades que la ciudadanía pueda palpar en sus calles, en su transporte, en sus servicios públicos y en su esperanza de futuro.

Rafael Mateos presume de avances. El PSOE responde con acusaciones de inacción. ¿Y los ciudadanos? Miran. Observan. Y juzgan. Porque más allá de la dialéctica política, lo que duele o mejora una ciudad no es quién lo dice, sino quién lo hace.

Belén Fernández ha devuelto el balón al tejado del alcalde Rafael Mateos con dureza, pero con una base que merece atención: ¿cuántos proyectos nacidos en esta legislatura han comenzado a ejecutarse ya? ¿Dónde está el pulso real de un gobierno que prometía una ciudad moderna y ambiciosa?

La ciudad no se gestiona a golpe de foto tras un cartelón ni con vídeos promocionales de “Feel Cáceres”. Tampoco basta con criticar lo anterior mientras se vive de ello. La política local —esa que toca los baches, la basura, las pintadas, el abandono de jardines y pistas deportivas, las ayudas sociales, el bus que no llega o la asistencia que no suena al timbre— necesita hechos, no espejismos.

De ahí que reclamemos más datos y menos relato, más obra y menos cartón, más cultura y menos publicidades carísimas, más y mejores respuestas a los vecinos, abandonados en sus barrios, y menos ruedas de prensa o declaraciones insulsas a los medios de comunicación. Porque lo que está en juego no es la imagen del Ayuntamiento, sino el futuro de una ciudad que no puede seguir cayendo en rankings, expectativas y relevancia.

Cáceres no se muere. Pero empieza a bostezar. Y 2031, que tanto  se anhela, llega en un santiamén.